¿Quién fue el primer turista de Cuba?
Por Roberto F. Campos
Ilustraciones: tomadas de Internet
La Habana, 25 nov. 2021. Una interesante historia sobre el turismo de Cuba,
sacada de reseñas de tiempos pasados, vincula las correrías de un pirata con
los viajes en esta isla.
Se trata del personaje Diego Grillo,
aunque más bien es una alegoría imaginativa descrita por libros de leyendas,
tradiciones y trayectos por el mar Caribe.
Los historiadores mencionan entonces
que con facilidad para los idiomas, para relacionarse con las personas y, sobre
todo, con sus superiores, Grillo supo aprovechar su época y conectarse con un
mundo agresivo para sacarle el mejor provecho.
Especulación o realidad, el criollo
significa para muchos estudiosos y periodistas la primera persona de esta isla
dedicada a recorrer los mares del Caribe, visitar ciudades, y conocer gente
distinta, aunque no mediante una empresa turoperadora.
Fernando G. Campoamor (1914-2001),
reconocido publicista cubano, dedicó más de un espacio al tema, aludiendo a
referencias del historiador Don Saturnino Ullivarri, autor del libro Piratas y
Corsarios en Cuba, publicado en La Habana en 1931.
Otras pistas sobre las andanzas de
Grillo se descubren en el Archivo Colonial Jamaicano de Spanish Town o en el
Colegio Haitiano de Saint Louis Gonzague.
Grillo tenía 13 años cuando escapó de
la casa donde vivía en la entonces Habana intramuros, huyendo de los desmanes
de sus padres y posteriormente del abuso de sus tutores.
Hijo de militar español y negra
esclava, su partida de nacimiento la ubican los estudiosos alrededor de 1603,
época en la cual tomaba auge la trata negrera, cuyo origen estaba en costas
occidentales africanas y el destino en tierras del llamado Nuevo Mundo, en
especial Cuba.
Avispado y necesitado de una
manutención, el pequeño Grillo sé movió como pudo por calles y caserones con el
fin de buscar algún trabajo o alguien que corriera con sus gastos, misión
sumamente difícil en una época donde el negro era considerado poco menos que un
animal.
Pero es muy probable que embarcara de
polizón en uno de los numerosos buques que por ese tiempo llegaban a la rada
capitalina o, tal vez, alguien le garantizara trabajo en un bajel por la comida
y un espacio en el maderamen para dormir.
Otras versiones lo sitúan a partir de
su nexo con el pirata neerlandés Cornelius C. Jols, conocido con el epíteto de
Pata de palo, aunque ese mismo apelativo también lo ostentaba el francés
Francois Le Clerq. Los indicios apuntan
más bien al primero como el benefactor de Grillo.
Tantos datos inconexos tienen su mejor
coincidencia en las declaraciones de Nuno Da Silva, el piloto portugués de uno
de los barcos del británico Francis Drake, otro temido pirata.
Aseguraba recordar a un negro nombrado
Diego, capitán, quien hablaba castellano e inglés y era muy estimado por el
resto de los marineros debido a su temple y valor.
Da Silva fue capturado por las
autoridades hispanas en México y ante el interrogatorio apareció la mención del
mulato, a quien se le adjudicaban varias piraterías en el Caribe y el resto de
América. Sucede entonces que los historiadores y algunos periodistas, ni cortos
ni perezosos, consideran la visita de Grillo a México, Nicaragua, Chile y Perú,
como un recorrido turístico.
Le señalan como el primer cubano en
salir de esta tierra para visitar otros puntos circundantes.
Es bueno tener en cuenta que la
nacionalidad en Cuba aparece después de 1868, cuando el hacendado Carlos Manuel
de Céspedes (Padre de la Patria) liberó a sus esclavos para que pelearan en la
primera guerra de independencia contra España (1868-1878).
Por lo tanto, la designación de Grillo
es más bien fruto de la imaginación de Campoamor, aunque en materia de gira por
el área pudiera decirse que fue efectivamente el Primer Turista Cubano.
El único dibujo a línea de Grillo lo
realizó el biógrafo mexicano Héctor Pérez Martínez, dedicado en una parte de su
vida a estudiar la piratería en Campeche.
Por cierto, todas esas versiones
confluyen al punto de declarar que muchos de los sitios de América nombrados
Diego pueden ser perfectamente reconocimientos populares a las piraterías del
mulato.
En la actualidad, cuando el Caribe, y
en particular Cuba, constituye importante destino de recreo para viajeros de
todas partes, estas leyendas, un tanto olvidadas, constituyen condimento
propicio para el atractivo de la región.
/rfc
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