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martes, 15 de noviembre de 2005

Comerciante inmortalizado en hostal

Por Roberto F. Campos

. La historia, tradición y calidad del habano, ahora cuenta con una especie de santuario en La Habana Vieja, hostal dedicado a los amantes de los puros.

El importante comerciante cubano Claudio Martínez de Pinillos está inmortalizado en La Habana Vieja al llevar su nombre el único Hostal de toda la Isla, dedicado a fumadores de puros.
Ese establecimiento, nombrado Hostal Conde de Villanueva, en honor a su título nobiliario, constituye única referencia en el continente americano de una casa de recreo dedicada totalmente a amantes de los habanos.
Abierto a inicios de este siglo en la calle Mercaderes de La Habana Vieja y operado por la firma Habaguanex S.A., el hostal cuenta solo con nueve habitaciones, un restaurante y una bien surtida Casa del Habano, ideal para quienes gustan del tabaco cubano.
Este homenaje se resuelve porque Pinillos, o el Conde de Villanueva, representa toda una época y dedicación al comercio del tabaco, además de constituir promotor del ferrocarril en Cuba.
Nacido en una acaudalada familia habanera el 30 de octubre de 1782, el futuro Conde de Villanueva comenzó sus estudios en esta Isla y luego se marchó a España para seguir su formación.
Al regresó a este país comienza un papel preponderante en el desarrollo económico y en 1814 resulta nombrado Tesorero General de Ejército y Hacienda, puesto que ocupa interinamente en 1821 y propiamente nombrado y ejecutando durante 26 años posteriores.
Sus contemporáneos evaluaron la acción de Pinillos como la más fecunda de la intendencia cubana de esos tiempos, y ello fue debido a los progresos de hacienda en sus manos.
Gracias a su eficiencia, el movimiento científico y literario recibió gran impulso al subvencionar varias publicaciones como los “Anales de Ciencias, Literatura y Comercio”.
Por sus gestiones se construye en 1831 el Acueducto de Fernando VII que termina con contagios y enfermedades de la entonces en uso agua de la Zanja Real. Además consigue sanear la Bahía de La Habana utilizando varios métodos de dragado.
Pero su mayor mérito radica en promover el ferrocarril cubano al inaugurarse el primer tramo ferroviario en 1837, cuando apenas cinco grandes países lo poseían, sin que España, la metrópolis de Cuba, contara en esa lista.
Facilita el ornato de la ciudad, con la construcción en 1836 de la Fuente de la India o de La Noble Habana, modelada su escultura por el italiano Guiseppe Gaggini en mármol de Carrara y que ahora es delicia de curiosos.
Su aporte también alcanzó a la promoción del comercio de los habanos, convertidos hoy en día en los puros artesanales más famosos del mundo.
Al morir de pulmonía en Madrid, España, en 1853, a los 71 años, Pinillos contaba con honores tales como ser Consejero de Estado y Llave de Gentil Hombre, además de Consejero de ultramar; y ahora su rango y honor lo lleva un interesante hostal de La Habana Vieja.
Homenaje a la eficiencia comercial, al valor concedido a los habanos y digno habanero, Pinillos está en el espíritu y la intimidad de un hostal que ya cuenta prestigiosos empresarios en la lista de sus huéspedes repitentes.
rfc/

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