Frases y cervezas, curiosidad de Trinidad de Cuba
Por Roberto F. Campos
La ciudad
de Trinidad, en la central provincia cubana de Sancti Spiritus, tiene un
establecimiento que además de vender cervezas acoge a sus clientes con frases
significativas que mueven a la risa y a la reflexión.
Lugar
sumamente turístico, permite un alto en el camino, cuando se recorre esa villa,
la que tiene la más conservada arquitectura colonial, cuando acompasa el gusto
por llevarse de allí alguna de sus famosas artesanías.
La Casa de
la Cerveza, es un patio (especie de ruina) en la que se puede refrescar luego
de una excursión a pie por una ciudad que es necesario vivirla en su intensidad
de imágenes y en el contacto con su gente.
Precisamente, Trinidad aspira este 2018 a ser reconocida como
Ciudad Artesanal del Mundo, complemento a la belleza de sus escenarios y
atractivos diversos.
De ahí que
durante un paseo que lleve por calles empedradas y edificios de hace mucho, se
escoja la Casa de la Cerveza para un alto en el camino y ¿Qué encontramos allí?
En las
paredes del lugar, donde sobresalen los rojos ladrillos, unas grandes tapas de
cerveza tienen frases que a todos ilustra.
Por
ejemplo, “Yo estaré borracho, pero tú estás borrosa que es peor”, o “Cuidemos
el agua, bebamos solo cerveza”, “Me merezco una borrachera, donde se me borren
hasta los contactos del teléfono”, “Con cerveza no hay tristeza”.
Los
turistas se sientan en unos bancos de madera y pasean su mirada por esos
murales con una sonrisa en el rostro y una jarra del lúpulo en la mano.
Pueden
también coincidir en que “Los borrachos son como los gatos, siempre regresan a
casa y nadie sabe cómo”, o “Querido hígado; no es fácil lo que te tengo que
decir, ya casi es diciembre, sé fuerte”.
Y sobre
todo destacan dos oraciones significativas: “Tome buena cerveza con buenos
amigos” y “Si la cerveza se hace con cebada y la cebada es vegetal, la cerveza
cuenta como ensalada”.
Los
empleados son muy amables en el lugar, donde además en su patio principal
siempre hay un conjunto musical de Trinidad, o un grupo de danza que acompaña
la velada, cita jolgórica a cualquier hora del día o de la noche.
Allí una
pancarta comenta que la primera cerveza entró a Cuba por el Oriente, cuando venía
de contrabando desde Jamaica, pues no es hasta 1762, con la toma de La Habana
por los ingleses que se importaría de manera legal.
La cerveza
cubana propiamente nace en 1841 cuando Juan Manuel Asbert y Calixto García
empezaron a producirla en una fábrica en la calle San Rafael esquina a Águila,
en la capital.
Trataron de
elaborarla con el jugo de la caña de azúcar, que sustituiría a la cebada
europea, pero el intento fue un fracaso y a partir de ese momento los criollos
se contentaron con embotellar el líquido que llegaba en barriles desde el
exterior.
Así hicieron
hasta 1883 cuando se instaló en la ciudad matancera de Cárdenas (occidente) una
fabrica para producirla.
No duro
mucho tiempo, pero en 1888 el alza de los impuestos sobre las importaciones
aconsejó a los negociantes del patio su elaboración en Cuba, surgía así en
Puentes Grandes La Tropical, primera cerveza cubana.
De un
producto de baja calidad, las cervezas cubanas entre ellas las conocidas
Hatuey, Cristal y Polar, evolucionaron hasta convertirse en productos de alta
calidad que eran sumamente demandados y emulaban con los extranjeros (hoy
sucede lo mismo).
En la actualidad se conserva la calidad y
existen las marcas Bucanero, Cristal, Tínima, y Mayabe, que reclaman los
turistas extranjeros que visitan a Cuba.
Los
orígenes están en el pasado, pues en 1888 se fundó en La Habana la llamada
Nueva Fábrica de Hielo, articulada poco después a la factoría de Puentes
Grandes para las cervezas.
Allí
comenzó a elaborarse La Tropical, bajo propiedad de Ramón Herrera Sancibrían,
bisabuelo de Julio Blanco Herrera, quien con su tesón logra posteriormente
producir el cincuenta y ocho por ciento de la que se elaboraba anualmente en el
país durante los años 50.
En sus
inicios, las marcas en el mercado eran la cerveza clara La Tropical, La
Tropical Oscura Excélsior, la cerveza clara Cristal Palatino, cerveza tipo Múnich
oscura Tívoli y la Maltina Tívoli.
La exquisitez
de la marca trascendió las costas de la isla para ganar premios en Europa y
Estados Unidos. Esta es la historia que cuentan en la Casa de la Cerveza de
Trinidad, con muchos más detalles.
TRINIDAD DE CUBA
Las piedras constituyen el símbolo clave en
Trinidad, pues enlazan mar, rio y ciudad, encanto adicional y particular de la
villa de Trinidad o La Santísima Trinidad, impecable muestra de estilos a
partir de balaustradas, barandas, rejas, dibujos, sillas, portales y techos de
tejas rojas acanaladas.
El 23 de diciembre de 1413, en su trasiego
hacia la Bahía de Jagua, llego el Adelantado Diego Velázquez de Cuellar a la
futura Trinidad. Luego escuchó, junto a 20 de sus hombres, la primera misa del
lugar oficiada por Fray Juan de Tesin, su capellán.
Entonces nombró a la ciudad Manzanilla y
permaneció allí hasta fines de ese año. La villa fue próspera, pero en 1518
Hernán Cortes casi la despuebla en su empeño de buscar seguidores para la
conquista de México.
De 1579 a 1585 fue repoblada por españoles y
se le concedió el título de ciudad.
Tabaco, cueros y carnes saladas
caracterizaron el comercio de la urbe. Desde 1673 el azúcar fue su signo que
pobló el territorio de haciendas e ingenios, hasta tener su Valle de los
Ingenios o la Torre Manaca-Iznaga como símbolos del auge del dulce.
En la segunda mitad del siglo XVIII se
añaden la cera, la miel y el café a sus renglones económicos, haciéndola
nuevamente prospera. Es 1720 la época del auge y un nuevo declive en 1857.
Fue olvidada, y ello permitió que hoy
conserve de mejor forma la arquitectura colonial, lo cual le propició el título
de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 1988.
/rfc
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