Los muy fotografiados cañones de La
Habana
Fotos: Roberto F. Campos
La Habana, a un año exacto de cumplir sus 500 años constituye hoy mosaico
interesante de curiosidades, detalles históricos y escenarios propicios para
fotografiar, como sus cañones.
La Habana constituye un atractivo
perenne para el viajero observador, cuando los rincones con sus coloridos
engarces, la muestra de una arquitectura colonial bien conservada y la
amabilidad de los lugareños componen una guirnalda de atractivos.
Algunos historiadores en sus memorias dan cuenta de datos curiosos como
la lista que en su momento tenían las fortalezas del Morro y La Punta,
baluartes contra los ataques de piratas en lejanos momentos.
Para el 14 de agosto de 1762, cuando ocurrió la toma de La Habana por
los ingleses, estos encontraron en esas dos fortalezas mencionadas 104 cañones.
Además, registraron nueve morteros de bronce, 250 cañones, dos morteros
de hierro de varios calibres, cuatro mil 157 fusiles, 460 bombas vacías, balas
de cañón, 30 quintales de balas de fusil y 125 mil cartuchos.
La lista era mucho más larga con 16 mil 401 balas de cañón, 500 granadas
de mano y 533 quintales de pólvora (Memorias militares inglesas/Beatson´s Naval
and Military memoirs).
Pero estas piezas tienen un atractivo superior si tenemos en cuenta que
para algunos analistas el cañón más grande del mundo se encuentra en el Hotel
Nacional de Cuba, bautizado como el Ordoñez.
Allí estaba (se puede apreciar parte hoy) la Batería de Santa Clara,
integrada al tercer y último sistema defensivo de la ciudad de la Habana. Entre
1895 y 1898 se situaron allí los cañones Krupp y Ordóñez, este último inspirado
en la pieza naval francesa de 1870.
Su constructor fue Salvador Ordóñez y se consideraba el cañón más grande
existente para su época, su calibre era 30,5 centímetros, tenía 10 metros de
longitud y 48 mil 300 kilogramos de peso.
En junio de 1898 durante el bloqueo naval a la Habana, efectuado en el
transcurso de la guerra hispano-cubano-norteamericana, el Ordóñez disparó al
crucero norteamericano Montgomery, y allí lo recuerda una tarja que pueden
retratar los turistas.
Incluso, en materia de artillería para la isla, se menciona hasta un cañón
de tiritas de cuero empleado por los mambises en la Guerra de Independencia
contra el colonialismo español.
Al margen de historias, leyendas, y curiosidades, los peregrinos tanto
cubanos como extranjeros pueden en la actualidad tomarse fotos junto a una
amplia variedad de cañones de otras épocas conservados en La Habana, la ciudad
que mañana cumple 499 años.
ESCULTURAS
VÍVIDAS ATRAPAN A LOS TURISTAS
Por
Roberto F. Campos
La Habana tiene estatuas interesantes,
muchas clásicas como el Cristo de la Bahía o el José Martí de la Plaza de La
Revolución, que hoy resaltan por el cumpleaños 499 de la capital.
A un año de llegar a los cinco siglos de
fundación, La Habana se engalana con figuras muy culturales, en una jornada que
durará 12 meses a golpe de fotografías y memorias sumamente atractivas.
De ahí que un paseo curioso puede resultar
aquel en que se busquen esculturas vívidas de famosos, algunas casi ocultas a
la mirada de los caminantes, pero penitentes y con toda una historia
interesante.
De ellos hay muchas estatuas en La Habana,
de diferentes procedencias y épocas.
Mencionemos sólo una lista, pequeña pero
simbólica. Muy cerca de Malecón capitalino, un José Martí, Héroe Nacional cubano,
exhibe su clásica levita fruncida, y lleva un niño en brazos.
En La Avenida del Puerto, llegando a la zona
comercial de la bahía, muy cerca de la Iglesia de Paula, se encuentra muy
elegante, Agustín Lara, el célebre compositor mexicano.
Esta escultura fue donada por el pueblo y el
gobierno de Veracruz en noviembre de 2000 y nos conduce al recuerdo de sus
canciones románticas.
No faltan las figuras de dioses como
Neptuno, en mármol, con su inseparable tridente señalando la entrada a la Bahía
habanera.
En ese mismo Malecón aparecen otras figuras
interesantes, aunque un tanto desconocidas, como Pierre Le Moyne 0'Iberville,
celebre militar de la Nueva
Francia, hoy Canadá, Almirante de Luís XIV y quien muriera en
La Habana en 1706.
Esta estatua, donada por el gobierno de
Québec, se colocó el 14 de noviembre de 1999 por la Oficina del Historiador de
La Ciudad.
Más desconocido aún es el japonés Hasehura
Rokuemon Tsunenaga, héroe de la ciudad de Sendai, primer japonés que pisó Cuba
en 1614, cuya escultura le perpetúa en un parque capitalino.
Incluye tarjas en español y nipón, vestido
con kimono y sugiriendo la distancia de
11 mil 850 kilómetros que separa a La Habana de Sendai.
Otra estatua muy significativa es la de Don Francisco
de Albear y Lara, colocada en el parque de igual nombre, el 24 de octubre de 1887,
inmediatamente después de su muerte.
Esta mencionada está en las cercanías del
hoy famoso restaurante Floridita. Se trata del creador del acueducto de La
Habana, obra magistral todavía en uso.
En reconocimiento al perdurable aporte
cívico de Albear la fuente integrada en ese conjunto escultórico, rememora el
incansable trabajo de ese experto por dotar a La Habana de su acueducto.
Los últimos tiempos depararon al artista
Jorge Villa un espacio protagónico con sus esculturas al músico de rock Jonn
Lennon, sentado con expresión tranquila y evocadora en el parque de 16, en El
Vedado.
También aparece Ernest Hemingway, acodado
en la barra del Floridita, la devota Madre Teresa de Calcuta, en el patio de la
basílica de San Francisco de Asís, en La Habana Vieja, y al Caballero de París,
"caminando”, frente al templo de San Francisco.
Otras imágenes inmóviles y sin nombre
permanecen en eterna observación de la cotidianidad de La Habana, ahora con 499
años y en espera de sus 500 (16 de noviembre de 2019).
MÚSICA Y TURISTAS, PARA UNA HABANA DE
499 AÑOS
Por Roberto F. Campos
La Habana Vieja es lugar verdaderamente pintoresco, con sus callejuelas
adoquinadas y rincones cargados de los más puros contrastes que hoy realzan en
los festejos por sus 499 años, de cara a los 500.
Bullanguera, La Habana colonial actual se conoce de sobremanera por
músicos con más de 80 años de vida, como lo confiesan muchos visitantes
extranjeros.
Quizás, el reinado mundial de Francisco Repilado (Compay Segundo,
1907-2003), trovador y sonero ya fallecido, propició que una buena parte de la
gente de pasa por la parte añeja de la capital cubana busque la estirpe de ese
músico, y la encuentren.
Tal riqueza aparece en bares, restaurantes y hoteles de esa parte
cubana, fundada en 1519 y visitada por el 70 por ciento de los turistas que
llegan a la Isla, como lo reconocieron en su momento los responsables del
turismo en esa parte de Cuba.
La fuerza del turismo allí se recalca desde 1994, cuando la isla abraza
la industria de los viajes como industria propiamente, ello para una Habana
Vieja, centro histórico-cultural en aproximadamente 4,5 kilómetros
cuadrados de la zona vieja (2,2 los más importantes).
Entre estrechas calles, tiendas y rincones verdaderamente bellos,
caminan muchas personas que se mezclan con los extranjeros deseosos de
comprender el carácter del cubano, con un pedestal muy fuerte en su música y
danza.
De unas 70 instalaciones recreativas, 40 cuentan con animación ya sea
música tradicional, instrumental, española o latinoamericana.
Existe un predominio de artistas jóvenes, pero los más simbólicos y atractivos
son los ancianos, que con un ánimo de mil leones continúan ofreciendo lo mejor
del arte popular aprendido hace mucho.
Unas 72 agrupaciones convocan a mover los pies, o simplemente a escuchar
mientras se merienda o se cena, en compañía de amigos y familiares, según datos
de guías de esa zona.
El origen de tal animación data de 1994, cuando se organizó el 31 de
diciembre una cena en la Plaza de la Catedral, la más emblemática de las cinco
que existen por esa zona añeja y a partir de esa fecha, música, gastronomía y
arquitectura se conjugan.
El ambiente es contagioso, pero los restaurantes más recomendables son
El Patio, con sus sombrillas en la propia Plaza de La Catedral, todo bullicio, el
restaurante La Mina, Don Giovanni, el Lobby Bar del Hotel Ambos Mundos, el Café
París o La Lluvia de Oro, todos cercanos.
En la Plaza Vieja,
por ejemplo, una de sus esquinas brilla en sonidos, el Café Taberna Benny Moré
(1919-1963), en homenaje al músico, ya fallecido, bautizado con El Bárbaro del
Ritmo y conocido mundialmente.
Cuba es una gran amalgama, pero en el aspecto mus8ical cosecha más de 25
ritmos diversos de los que destaca el Son, la Conga, Rumba, Mambo, Cha Cha Chá,
ahora difundidos de una manera muy peculiar por el mundo sobre todo mediante la
Salsa, temas muy turísticos.
LA HABANA, CENTRO DE MUCHOS TURISTAS
Por Roberto F. Campos
La Habana. La
capital cubana marca hoy el interés de los visitantes extranjeros que llegan este
2018 a la isla, debido a su colorido y a la gente, en una fiesta singular,
preámbulo de sus 499 años.
Impulsados por los anuncios de que La Habana cumplirá 500 años el 16 de
noviembre del año próximo (a exactamente 12 meses), muchas personas pasan
vacaciones en esta isla interesados en recorridos culturales y turísticos,
varios paseos curiosos a reseñar.
Uno de los puntos de destaque está en el Memorial José Martí, uno de los
monumentos y plaza de más importancia en la capital cubana.
Dedicado al Héroe Nacional de Cuba (1853-1895) cuenta dicha estructura con
una vista maravillosa y una torre que constituye el mirador más importante de
La Habana.
El conjunto monumentario está formado por la base, la estatua y seis
columnas, la torre con el mirador, la tribuna, fuentes y áreas verdes. Fue como
tal inaugurado al público el 27 de enero de 1996.
Por demás, el mirador es el punto mas alto
de la ciudad, situado en una colina a 30 metros sobre el nivel del mar y con
una altura de 109 metros; en días claros la visibilidad alcanza hasta 50
kilómetros a la redonda.
Anteriormente se nombró Plaza Cívica, ubicada
en la Loma de los Catalanes. Esta plaza está relacionada con el proceso de
urbanización de la ciudad. De 1953 a
1958 se realiza la construcción de lo que hoy es el Memorial José Martí.
La Bodeguita del Medio, es otro sitio
atractivo, no solo por ser un restaurante de los años 50 sino por todo su
glamur.
Ese establecimiento es el más emblemático
del turismo cubano, con las paredes atestadas por unos dos millones de firmas
de sus comensales de diferentes épocas, y fotografías dejadas allí por
celebridades.
Entre los famosos que pasaron por el lugar
mencionan a Ernest Hemingway, Mario Benedetti, Pablo Neruda o Errol Flyn.
Le
sigue en la lista de interés de los turistas el Museo Ernest Hemingway, ubicado
en el poblado capitalino periférico de San Francisco de Paula, a unos 15
kilómetros del centro de La Habana (morada del escritor por más de 20 años).
Los viajes de interés cultural también
incluyen al Museo Nacional de Bellas Artes, reabierto el 18 de julio de 2001, complejo muy especial para los sentidos, con
tres edificios implantados en la historia de La Habana y una importante
actividad cultural y social.
Otro
de los restaurantes de renombre aquí es el Floridita, cuna del daiquirí, un
trago y toda una leyenda de la coctelería cubana, confeccionado a partir del
ineludible ron.
Se trata de una mezcla, en esencia, de ron,
limón, azúcar y hielo molido envuelto en los avatares de la cubanía con un
manto de rebeldía y deseos de gourmets, especie de bandera para cualquier
bebedor.
Ese establecimiento abrió sus puertas en
julio de 1817 en las entrecalles de Obispo y Monserrate, uno de los sitios más
concurridos de La Habana Vieja.
Pero los guías mencionan aún más lugares
como la Plaza de La Catedral, cuando su nombre se debe a la
imponente catedral construida en un principio como oratorio de los Hijos de San
Ignacio, de la orden de los Jesuitas, cuya primera piedra fue colocada en 1748.
Ineludible es pasar una noche en el Cabaret Tropicana (1939), visitar el
sistema de fortalezas coloniales de La Habana, o simplemente –y sobre todo-
departir con los cubanos en la calle, esto de las múltiples posibilidades de
paseo.