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lunes, 4 de octubre de 2021

LOS HABANEROS VUELVEN A SU MALECÓN. Recientemente las autoridades volvieron a autorizar a las personas a pasear y sentarse en el muro del Malecón, prohibición anterior argumentada debido a la Covid-19.


 

 

 

 

HABANEROS VUELVEN A SU MALECÓN. Recientemente las autoridades volvieron a autorizar a las personas a pasear y sentarse en el muro del Malecón, prohibición anterior argumentada debido a la Covid-19.


Malecón habanero, paisaje eterno cubano

Por: Roberto F. Campos


. Un sitio espectacular, casi insólito si se tiene en cuenta la acumulación de historias y el simbolismo de su muro ante un turismo que cada día incorpora a llegados de lugares más remotos.

El Malecón habanero significa punto y aparte en el turismo cubano. Su serpenteante muro, a fuer de división entre el mar y la tierra, constituye una especie de poema que acumula, además de salpicaduras, las historias de varias generaciones, ahora con la presencia de muchos llegados desde distintas partes del mundo.

Además de sus andaduras por el tiempo, cada quien interpreta la mejor manera de refrescarse del impactante verano tropical en ese lugar. Pero ocurre que en Cuba la mayor parte del tiempo es verano, y el calor resulta fuerte agravio en los meses de Julio y Agosto, cuando esa línea costera se repleta de personas en ámbito de diálogo, canciones, amores o amistades.

Familias enteras disfrutan de sus espacios. Jóvenes y menos jóvenes acumulan experiencias en ese escenario, por demás empleado en varias películas, porque siempre se retorna al mar en cada secuencia, sea para la imaginación de algún cineasta, fotógrafo, pintor, o el común de los mortales, sea de aquí o de allá.

El Malecón habanero representa al auténtico color cubano, en su majestuoso despliegue, en el salitre de ciertos meses, en las olas del escaso invierno, en el temporal o la calma.

Acodado frente al mar, el Malecón es un sitio emblemático y plenamente cultural para los cubanos, a donde se acude en busca del amor perdido pero, sobre todo, es lugar para un plan de remozamiento constante favorecido por la Oficina del Historiador de la Ciudad.

Son más de seis kilómetros de extensión, puro encanto, una vista del litoral que se aprovecha para eventos náuticos, en alguna ocasión ciertas regatas organizadas por el Club Náutico Internacional Hemingway de Cuba, o pesca desde la orilla.

Lugar que acapara establecimientos de recreo, hoteles como el recién abierto en 2012, El Terral, cuyo nombre indica no solo el panorama frente a cada habitación, sino los beneficios de la brisa del mar.

El Malecón acapara espacios desde el Torreón de La Chorrera en la parte oeste, hasta el interior de la Bahía de La Habana, con un paseo que trae sitios históricos como la Fortaleza de La Punta, que obliga una línea visual con el emblemático Morro y su faro, especie de postal turística de la capital cubana.

Espacio para la cultura y el turismo, romance e imagen. Cada tramo tiene propiamente sus nombres, las calles que conforman la serpiente de concreto: Avenida de Céspedes, de Maceo, de Washington, Avenida de Pí y Margall; patriotas o personalidades que dejaron su impronta en la historia cubana y también legaron sus nombres a este trayecto.

En el siglo XVIII desaparecieron las malezas del entorno y los vecinos comenzaron el disfrute de su paisaje, el nexo de tierra y mar. Para el siglo XIX se empleó su litoral oeste como asiento de instalaciones para baños, con casetas de madera y lugares como La Playita y El Progreso.

La iniciativa de Paseo Marítimo aparece en 1863 de parte del ingeniero militar Francisco de Albear y Lara. En ese entonces era un malecón alto, al que se sumaba un trazado para ferrocarriles, pero ello solo quedó en los proyectos iniciales.

El Malecón actual, sin embargo, comenzó a construirse en 1901 bajo la intervención estadounidense, mediante planos de ingenieros norteños, ideado con estilo del Riverside Drive de Nueva York.

Con el tiempo, el trayecto, ideal para recorrerlo en coche y tomar fotografías, perdió algunos encantos iniciales y ganó otros como La Fuente de la Juventud, cercana a los hoteles Meliá Cohiba y Riviera. Y ganó el prestigio de un espacio ineludible para el turismo.

Rfc/


















 

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