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viernes, 18 de junio de 2010

Turismo y curiosidades. Solsticio de Verano, mito y viajes





Por Roberto F. Campos

. El 21 de Junio, además de ser el día más largo del año, constituye una fecha cargada de magia y misticismo, que puede disfrutarse a la manera de cada cual, y en cualquier sitio del planeta, sobre todo en el Norte.

Para el ser humano, las fechas, los cambios climáticos, las alteraciones en los patrones geográficos y otros elementos constituyen una fuente inagotable de misticismo y disfrute, con una carga diferente para cada cultura y lugar.
Uno de esos casos esta el 21 de junio cuando se celebra el Solsticio de Verano (contraparte del 21 de diciembre, Solsticio de Invierno). Para los viajeros, esta fecha puede sorprenderlo en lugares diversos y añadirle un elemento significativo a la estancia, conocimiento y encuentro.

Un momento, tradición, realidad e imaginación

El 21 de junio se celebra en el hemisferio norte del planeta Tierra, ese tan vilipendiado por el propio ser humano, el día más largo del año, y aunque parezca uno como otro cualquier puede agregársele un toque de misticismo.
Sin embargo, para muchos se trata de que la naturaleza, el hombre y las estrellas estén alineados y listos a celebrar una fiesta cargada de poder y magia.
Por tanto, hablamos de hadas y deidades vinculadas con la naturaleza en sus andaduras por los campos, cuando muchos agricultores dan gracias por el verano y las cosechas, las frutas y más horas para cumplir tareas o simplemente divertirse.
Podemos además agregarle el ingrediente de la fecundidad de la tierra, y la de los humanos, por supuesto, además de ser el momento oportuno para acumular alimentos para el otoño y el invierno.
Con todos estos motivos a cuestas, estamos frente a una festividad tan antigua como el mismo ser humano, cuando en los inicios se creía que el sol no volvería a su esplendor habitual y por ese motivo, en previsión de días más cortos, celebraban la fecha con fogatas, ritos e iniciaciones.
Esas fiestas comenzaban el 20 de junio para simbolizar el poder del sol y darle un empujoncito en su necesidad de renovar energías.
Después, el ser humano se reunía en las cimas de montañas, cerca de riachuelos, en medio de las calles, frente a los hogares y participaba en marchas con antorchas, o movían ruedas ardiendo colinas abajo, con la misma finalidad mística.
El baile, saltar alrededor del fuego y otras diversiones tenían el único propósito de purificarse y protegerse de influencias del demonio, además de proteger al sol.
Toda esta creencia comenzó hacer unos cinco mil años, concuerdan investigadores, pues los antepasados eran muy observadores de las estrellas y se percataron del movimiento del sol desde una posición perpendicular sobre el Trópico de Capricornio hasta una perpendicular sobre el Trópico de Cáncer.
Y fue que a esos días extremos que se les denominó Solsticios, de invierno y verano, el 21 de diciembre y el 21 de junio respectivamente. Y esto ocurre en el Norte, pues en el Sur es lo contrario.
Aunque estas fechas pueden variar en dependencia de que el año sea bisiesto, por ejemplo, todo se apoya en que el de verano, el eje de la Tierra está inclinado 23,5 grados hacia el sol.
Y es el caso que entre los antiguos griegos, a los solsticios se les conocía como Puertas, pues consideraban que era por donde entraban los hombres (creencias helénicas).
Sin embargo, esta idea era compartida por pueblos distantes unos de otros como los Incas en Perú, pues los dos primordiales festejos del año incaico eran el Capac-Raymi (Año Nuevo) en diciembre, y el del 24 de junio el Inti-Raymi (fiesta del sol).
Esta fiesta es muy anterior a religiones como la católica o la mahometana, pues estaba en los celtas con su Beltaine de primero de mayo, pues ese nombre significaba Fuego de Bel o Bello fuego.

La fecha se complica

Por otra parte, en algunas leyendas de piedad, los santos aprovechan la víspera de ese día para trasladarse milagrosamente a otra parte, y en la vida real, asocian ese día a desapariciones enigmáticas, y hablan algunos de puertas hacia otras dimensiones o de encantamientos.
Entonces la fecha se convierte, en alegoría, rituales, fiesta, paseos, viajes y mitos.
Otra denominación conocida es la Noche de San Juan con numerosas leyendas y fantasías: se abren puertas invisibles del otro lado del espejo, acceso a grutas, castillos y palacios encantados, se liberan a reinas exóticas y salen seres femeninos misteriosos.
Es un momento ideal para los más imaginativos, para el aliento sobrenatural, para el misticismo, y también para fiestar hasta el amanecer.
San Juan es un personaje simbólico de la cristiandad y un astro que preside la celebración, además de tradición popular, baile para el amanecer del día 24.
En resumen, en el solsticio de verano del hemisferio Norte, el Sol alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Cáncer y en el solsticio de invierno alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Capricornio.
Es el único día en que el sol se mantiene sobre el horizonte durante 24 horas.
Y un ejemplo de estas fiestas resultó el 21 de junio de 2009, cuando se reunieron 36 mil personas en Stonehenge (monumento de la Edad de Bronce), al suroeste de Inglaterra, para presenciar el solsticio y los primeros rayos de sol del día más largo del año
Sin embargo, cualquier lugar del Hemisferio Norte es bueno para celebrarlo y, por qué no, también en el Sur se puede llegar a esta fiesta con un poco de imaginación y aprovechando una algazara tan antigua como la propia humanidad.
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