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jueves, 15 de julio de 2010

¿Yo soy un robot?







Por Roberto F. Campos

. En medio de un deterioro medioambiental, preocupaciones por crisis económica y futuro incierto debido a las guerras y tensiones políticas, el ser humano desarrolla la inteligencia artificial y patentiza incluso preocupaciones por si algún día las máquinas se adueñan del poder.

Las máquinas son indispensables cada día más para el ser humano. Ya el caso es tan extremo, que muchos jóvenes europeos y estadounidenses deben pasar jornadas completas desintoxicándose de su permanencia frente a los ordenadores o entretenidos con video juegos.
Por si fuera poco, los escritores de ciencia ficción, cada día hacen toda una filosofía de dichos problemas, y algunos de sus personajes protagónicos añoran un lugar donde estén en contacto con la naturaleza sin mediar teléfonos móviles, computadoras u otros artilugios.

El futuro ¿será mejor?

El escritor español Jordi Sierra I Fabra pone sobre el tapete su trilogía de novelas de ciencia ficción (“en un lugar llamado Tierra”, “Regreso a un lugar llamado Tierra” y “El testamento de un lugar llamado Tierra”), para hacer dudar sobre el futuro.
Las máquinas se apoderan de la incompetencia del ser humano, pero resulta que ese ser humano capaz de dejar espacio a sus creaciones, llega a un momento de revelarse e intentar volver a los orígenes, vivir en cuevas, desdeñar sus artilugios, luchar por la vida y sus emociones.
Sin embargo, no es solo este narrador el preocupado por tales procesos; directores de cine, conjugan los exámenes de los científicos y pretenden predecir el futuro, como si ello fuera posible.
Para otros, el robot, la máquina, está aun más cerca, es el propio ser humano con su complejo mecanismo, con sus opiniones acertadas unas veces y erróneas muchas, que ocupa el lugar ideal de los artefactos, entonces, ¿acaso nosotros mismos somos robot?

La duda y la prosperidad

Si acudimos a los conceptos más difundidos, como los empleados en la enciclopedia electrónica Wikipedia, sobre Robot, podemos comprender que estamos en presencia de una entidad virtual o mecánica artificial.
Hablamos de un sistema electromecánico que por su apariencia o sus movimientos genera el propósito propio, o intenta simular gestiones del ser humano.
La palabra en sí, Robot, hace referencia a mecanismos físicos y a sistemas virtuales de programación, aunque propiamente refiere sistemas virtuales de software como “bots”
Aunque hay diversas opiniones, muchos expertos coinciden en que se trata de máquinas capaces de moverse, operar un brazo mecánico, sentir y manipular su entorno y mostrar un comportamiento inteligente.
De ahí la preocupación de los escritores, cuando algunos como el español mencionado reflejan, además de la cantidad de años de duración de sus máquinas, el deseo de sentir como los seres humanos, sus creadores.

Nuestros auxiliares

Realmente máquinas totalmente autónomas no aparecen hasta el siglo XX, pues el primer robot programable, el Unimate, dirigido de forma digital, data de 1961 y solo podía elevar piezas calientes de metal de una pieza para tinte.
Pero desde esa fecha, se destapó una fiebre por tener en algún momento un ayudante capaz de hacer las tareas domesticas, colaborar en el trabajo de cualquier tipo, convertirse en un arma e inclinarse como algo benefactor o diabólico.
La palabra Robot apareció mediante la obra R.U.R o Rossum´s Universal Robots del dramaturgo checo Karel Capek, al principio escrita como robotnik.
Pero este autor no creó la palabra propiamente, pues su hermano Josef había mencionado el término mucho antes en una carta, primero lo quiso llamar como Labori, del latin labor o trabajo, sin embargo no estaba conforme y su hermano dramaturgo le sugirió roboti.
Realmente la palabra robota significa trabajo o trabajo duro en checo y otras lenguas eslavas como el ruso. Y es entonces que la denominación robótica fue empleada por el autor de ciencia ficción Isaac Asimov para describir este campo de investigación en ascenso.
Pero hay mas, y más atrás, pues en el siglo IV antes de Cristo el matemático griego Arquitas de Tarento fabricó un ave mecánica a vapor que llamo La Paloma. También el ingeniero Herón de Alejandría preparó varios dispositivos automáticos para modificar.
Y un chino, Su Song, erigió una torre de reloj en 1088 con figuras mecánicas que daban la hora.
Los musulmanes no se quedaron atrás, y Al Jazarií (1136-1206) diseño y fabricó máquinas automatizadas, como útiles de cocina, autómatas musicales y en 1206 los primeros robots humanoides programables.
Ejemplos hay muchos, hasta el mayor robot del mundo, el Maeslantkering, una barrera para tormentas del Plan Delta en los países bajos, construida en 1990.
Hablemos entonces de Honda y Sony en 2002, con sus robots con forma de perro o serpiente como mascotas, y el ejemplo notorio de Aibo de la más famosa firma japonesa de equipos audio visual.
En la actualidad la robótica se emplea con profusión en la industria y el comercio para abaratar operaciones y facilitar la vida al ser humano.
El tedio, los peligros, el riesgo en operaciones militares es sustituido por robots, para manufactura, montaje, embalaje, transporte, exploración espacial y terrestre, submarina y en cavernas, investigación en laboratorios y producción de bienes.
Pero la pregunta es, esos amigos ¿podrían convertirse en enemigos?
Los científicos parecen no ponerse de acuerdo, pero generalmente propugnan el criterio beneficioso de esas máquinas.
Beneficios en la medicina, perspectivas junto a la nanotecnología para cirugías medicas; en la actualidad existen más de 800 robots quirúrgicos daVinci aplicables a la urología, ginecología, cirugía en general, pediatría, cirugía torácica, o cardiaca.
¿Acaso uno de esos robots puede tomar iniciativa propia y sentir y padecer por sus enfermos?
Robots alados experimentales, otros para el biomimetismo, nanomotores y claves inteligentes, espionaje militar. Existen los Androides, Móviles, Zoomórficos, y Poliarticulados, según sus funciones y formas.
Un ejemplo lo tenemos en 2003 con un torneo con la participación de 20 mil estudiantes con más de 800 equipos en 24 certámenes y equipos de Canadá, Brasil, Reino Unido y Estados Unidos.
Aunque lo cierto es, que los temores a los robots se apoyan en la mitología antigua con la idea de humanos artificiales, o en la clásica cuando Cadmo sembró dientes de dragón que se transformaban en soldados.
Todo esto puede responder a la interrogante de por qué el ser humano ahora teme a estos amigos de las labores cotidianas, para bien o para mal.
Para esas preguntas, muchas veces está el autor más prolífico en cuanto a los robots, Asimov (1920-1992) que lo llevó al punto en que ahora está en la mente humana, sea científico o no, con su famosa formulación de las tres leyes de la robótica:

- Ningún robot causará daño a un ser humano o permitirá, con su inacción, que un ser humano sufra daño.
- Todo robot obedecerá las órdenes que le den los seres humanos a menos que esas órdenes entren en conflicto con la primera ley
- y todo robot debe proteger su propia existencia, siempre que esa protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley.
(¿Acaso el ser humano no podría beneficiarse a sí mismo si aplicara estas leyes?)

La película Metrópolis, o Blade Runner, The Termnator, los robots de Steven Spielberg, o James Cameron, el Yo, Robot, El hombre bicentenario o Wall-E, mantienen vivos el gusto y la preocupación.
Mientras muchos se ríen del dominio de las máquinas, otros esbozan una expresión de tristeza al comprender el tiempo perdido y las desesperanzas por un exceso de permanencia frente a un ordenador o un video juego, elemento nada despreciable.
Por tanto, ¿quién sabe si la guerra entre máquinas y hombres ya comenzó, o si realmente cada cual, con su complejo engranaje de venas, arterias, músculos, cerebro y sentimientos sea una máquina en sí misma capaz de guerrear, hacer los deberes y fabricar otras máquinas?
Acaso ¿yo soy un robot?...
rfc/

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