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viernes, 22 de marzo de 2013

Tecnología. LED, ¿el diablo disfrazado?





Por: Roberto F. Campos

La Habana. En momentos de desarrollo tecnológico a la orden del día, constantemente aparecen reportes capaces de oscurecer inventos o adelantos, al alertar sobre riesgos cancerigenos, como es el caso de aparatos empleadores de la tecnología LED.
   Eso también ocurre con alimentos, formas de consumo y otros hábitos cotidianos del ser humano que llegan a poner en duda a los lectores por la avalancha de informes, algunos dudosos, otros que indican las potenciales causas de una enfermedad como el cáncer.
   Si bien es cierto, que radicaciones, aparatos y ambientes negativos, afectan al hombre moderno por encima de quienes en selvas y lugares aislados son ajenos a tales aparatos, y por tanto a tales perjuicios, también lo es que la humanidad necesita del desarrollo tecnológico; se impone entonces un equilibrio.
   La novedad ahora la aportan los problemas de las bombillas LED (diodo emisor de luz) con un empleo creciente tanto en pantallas de ordenadores, lámparas y celulares, entre otros medios.
   Cuando todo inclina al futuro de esta aplicación, algunos declaran sus virtudes, y otros sus defectos, y defectos muy pecaminosos.
   Esta iluminación LED tiene ventajas frente a otras bombillas denominadas verdes, que sin embargo tienen contenido de mercurio y problemas de luz, como las compactas fluorescentes (CFL).
   Los LED emplean menos energía que las lámparas CFL, carecen de mercurio, además son mas económicas y competitivas comparadas con sus antecesoras y facilitan una iluminación de calidad superior y un ahorro de energía superlativo.
   Pero los LED, que algunas personas confunden con LCD en cuanto a pantallas, tienen un lado diabólico, a partir de un estudio de fines de 2010 de la revista Environmental Science and Technology.
   Esa publicación especializada encontró que los LED incluyen plomo, arsénico y una docena adicional de sustancias peligrosas.
   Uno de los investigadores es Oladele Ogunseitan, presidente del Departamento de Salud poblacional y Prevención de Enfermedades de la Universidad de California (UC)-Irvine.
  Este científico opina que a medida que se indaga en mejores productos para no agotar los recursos energéticos ni contribuir al calentamiento global es necesaria una atención adicional para posibles riesgos de toxicidad.
  
¿La luz del diablo?

   El investigador señala que probaron en su universidad varios tipos de LED, incluidos los de luces de navidad, semáforos, faros de coches y luces de freno, y encontraron como peores a los rojos, de baja intensidad.
   En esos faros aparecieron hasta ocho veces la cantidad de plomo permitida por la ley estatal de California.
   El plomo, argumentó, constituye una neurotoxina muy conocida, además de exhibir un riesgo potencial cancerígeno debido al alto contenido de arsénico y plomo.
   Los LED blancos acaparan grandes cantidades de níquel, otro metal pesado, capaz de provocar reacciones alérgicas en una progresión de uno a cinco, luego de una exposición a estos productos.
   Además cuentan algunos LED con cobre que puede suponer una amenaza ambiental en caso de acumularse en ríos y lagos, y su consecuencia consiste en envenenar la vida acuática.
   Pero el tema no concluye ahí, alguien por accidente o en busca de deshacerse de productos LED jamás puede romper uno solo de sus componentes, pues inhalar sus vapores es causa segura de cáncer, y otras de sus sustancias al aspirarse serian impacto negativo adicional a tantos males.
   Efectos combinados de esas sustancias pueden destapar enfermedades, por tanto una rotura de LED en casa u oficina es recomendable recogerla con guantes y mascarilla para evitar que sus vapores nos alcancen.
   De ahí que los equipos enviados a limpiar restos de accidentes de tránsito deben emplear ropa de protección para el manejo de residuos peligrosos, como el caso de los LED.
   Pero el problema no cesa en cuanto a la rotura de componentes, las luces LED tienen además alto riesgo para los ojos, sobre todo de los más jóvenes.
   Un LED constituye un diodo emisor de luz, inventado en 1927, pero no se difundió propiamente hasta los años 70. A fines del siglo XX se desarrolló el LED que emitía luz blanca, y luego el de luz azul con recubrimiento de fósforo para producir luz amarilla (la unión originó luz blanquecina).
   Desde 2010 su tecnología de bajo costo y bajo consumo, sumado a una larga vida, entronizó este producto popularizado en la actualidad.
   Ahora bien, las luces LED funcionan mediante un proceso de obtención de una luz blanca con el acoplamiento de LED azul con fósforo amarillo, y la azul cuenta con una longitud de onda más corta, que roza la radiación ultravioleta.
   Los daños por esos ases de luz pueden afectar la retina, sobre todo de los niños que tienen el cristalino en desarrollo y no pueden con eficacia filtrar esa luz. Además pueden provocar consecuencias para quienes padecen de alguna degeneración macular asociada a la edad.
   Estos LEDS se emplean además en unidades de control remoto de muchos productos comerciales como televisores, e infinidad de aplicaciones del hogar y de uso domestico.
   A su favor está un encendido muy corto, de aproximadamente dos segundos en comparación con otro tipo de luminaria, y permiten el desarrollo de nuevas pantallas electrónicas de texto monocromáticas, bicolores, tricolores y RGB (a todo color).
   El primer LED se debe al investigador Oleg Vladimirovich Lósev (1902-1942) que lo desarrollo desde 1927, y a Nick Holonyak en 1962 mientras trabajaba como científico asesor en un laboratorio de General Electric en Syracuse, Nueva York, Estados Unidos.
   No obstante, algunas personas le confunden con LCD que es otra tecnología, se trata de una pantalla de cristal liquido (liquid cristal display), delgada y plana, formada por un número de píxeles en color o monocromos colocados delante de una fuente de luz o reflectora.
   Esta ciencia aplicada consiste en una capa de moléculas alineadas entre dos electrodos transparentes y dos filtros de polarización.
   Este segundo invento parte de la ejecutoria de Friedrich Reinitzer (1858-1927) quien descubrió que el colesterol extraído de zanahorias es un cristal líquido; para 1911 Otto Lehmann publica su obra Cristales Líquidos y otros investigadores siguen por ese sendero.
   Finalmente, la compañía Marconi Gíreles Telegraph patenta la primera aplicación práctica de la tecnología The Liquid Cristal Light Valve en 1936 y su desarrollo es mucho mas reciente, desde los años 60 a los 70.
   Por tanto, en la actualidad –como ejemplo- puede encontrarse un monitor de ordenador que sea LED y LCD, pero también existen aparatos que son LCD sin tener de retroiluminación las bombillas LED.
   De cualquier manera, a juzgar por los reportes de daño, cabría deshacernos de celulares de reciente generación, monitores y televisores, hornos microondas, alimentos varios, o piezas, satanizados por ciertas investigaciones, sin embargo se impone un empleo adecuado y mantener constante información.
   Lo verdaderamente importante radica en estar al tanto de los perjuicios de ciertas tecnologías y productos, verificar las confirmaciones científicas, y dosificar su empleo y protección de estos implementos que de alguna manera llegaron a nuestras vidas para colaborar, de cara al futuro.
rfc/


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