Por: Roberto F. Campos
La Habana. En
momentos de desarrollo tecnológico a la orden del día, constantemente aparecen
reportes capaces de oscurecer inventos o adelantos, al alertar sobre riesgos
cancerigenos, como es el caso de aparatos empleadores de la tecnología LED.
Eso también
ocurre con alimentos, formas de consumo y otros hábitos cotidianos del ser
humano que llegan a poner en duda a los lectores por la avalancha de informes,
algunos dudosos, otros que indican las potenciales causas de una enfermedad
como el cáncer.
Si bien es
cierto, que radicaciones, aparatos y ambientes negativos, afectan al hombre
moderno por encima de quienes en selvas y lugares aislados son ajenos a tales
aparatos, y por tanto a tales perjuicios, también lo es que la humanidad
necesita del desarrollo tecnológico; se impone entonces un equilibrio.
La novedad ahora
la aportan los problemas de las bombillas LED (diodo emisor de luz) con un
empleo creciente tanto en pantallas de ordenadores, lámparas y celulares, entre
otros medios.
Cuando todo
inclina al futuro de esta aplicación, algunos declaran sus virtudes, y otros
sus defectos, y defectos muy pecaminosos.
Esta iluminación
LED tiene ventajas frente a otras bombillas denominadas verdes, que sin embargo
tienen contenido de mercurio y problemas de luz, como las compactas
fluorescentes (CFL).
Los LED emplean
menos energía que las lámparas CFL, carecen de mercurio, además son mas económicas
y competitivas comparadas con sus antecesoras y facilitan una iluminación de
calidad superior y un ahorro de energía superlativo.
Pero los LED,
que algunas personas confunden con LCD en cuanto a pantallas, tienen un lado diabólico,
a partir de un estudio de fines de 2010 de la revista Environmental Science and
Technology.
Esa publicación
especializada encontró que los LED incluyen plomo, arsénico y una docena
adicional de sustancias peligrosas.
Uno de los
investigadores es Oladele Ogunseitan, presidente del Departamento de Salud
poblacional y Prevención de Enfermedades de la Universidad de
California (UC)-Irvine.
Este científico
opina que a medida que se indaga en mejores productos para no agotar los
recursos energéticos ni contribuir al calentamiento global es necesaria una
atención adicional para posibles riesgos de toxicidad.
El investigador
señala que probaron en su universidad varios tipos de LED, incluidos los de luces
de navidad, semáforos, faros de coches y luces de freno, y encontraron como
peores a los rojos, de baja intensidad.
En esos faros
aparecieron hasta ocho veces la cantidad de plomo permitida por la ley estatal
de California.
El plomo,
argumentó, constituye una neurotoxina muy conocida, además de exhibir un riesgo
potencial cancerígeno debido al alto contenido de arsénico y plomo.
Los LED blancos
acaparan grandes cantidades de níquel, otro metal pesado, capaz de provocar
reacciones alérgicas en una progresión de uno a cinco, luego de una exposición
a estos productos.
Además cuentan
algunos LED con cobre que puede suponer una amenaza ambiental en caso de
acumularse en ríos y lagos, y su consecuencia consiste en envenenar la vida acuática.
Pero el tema no
concluye ahí, alguien por accidente o en busca de deshacerse de productos LED jamás
puede romper uno solo de sus componentes, pues inhalar sus vapores es causa
segura de cáncer, y otras de sus sustancias al aspirarse serian impacto
negativo adicional a tantos males.
Efectos
combinados de esas sustancias pueden destapar enfermedades, por tanto una
rotura de LED en casa u oficina es recomendable recogerla con guantes y
mascarilla para evitar que sus vapores nos alcancen.
De ahí que los
equipos enviados a limpiar restos de accidentes de tránsito deben emplear ropa
de protección para el manejo de residuos peligrosos, como el caso de los LED.
Pero el problema
no cesa en cuanto a la rotura de componentes, las luces LED tienen además alto
riesgo para los ojos, sobre todo de los más jóvenes.
Un LED
constituye un diodo emisor de luz, inventado en 1927, pero no se difundió
propiamente hasta los años 70. A fines del siglo XX se desarrolló el LED que emitía
luz blanca, y luego el de luz azul con recubrimiento de fósforo para producir
luz amarilla (la unión originó luz blanquecina).
Desde 2010 su tecnología de bajo costo y bajo
consumo, sumado a una larga vida, entronizó este producto popularizado en la
actualidad.
Ahora bien, las
luces LED funcionan mediante un proceso de obtención de una luz blanca con el
acoplamiento de LED azul con fósforo amarillo, y la azul cuenta con una
longitud de onda más corta, que roza la radiación ultravioleta.
Los daños por
esos ases de luz pueden afectar la retina, sobre todo de los niños que tienen
el cristalino en desarrollo y no pueden con eficacia filtrar esa luz. Además
pueden provocar consecuencias para quienes padecen de alguna degeneración
macular asociada a la edad.
Estos LEDS se
emplean además en unidades de control remoto de muchos productos comerciales
como televisores, e infinidad de aplicaciones del hogar y de uso domestico.
A su favor está
un encendido muy corto, de aproximadamente dos segundos en comparación con otro
tipo de luminaria, y permiten el desarrollo de nuevas pantallas electrónicas de
texto monocromáticas, bicolores, tricolores y RGB (a todo color).
El primer LED se
debe al investigador Oleg Vladimirovich Lósev (1902-1942) que lo desarrollo
desde 1927, y a Nick Holonyak en 1962 mientras trabajaba como científico asesor
en un laboratorio de General Electric en Syracuse, Nueva York, Estados Unidos.
No obstante,
algunas personas le confunden con LCD que es otra tecnología, se trata de una
pantalla de cristal liquido (liquid cristal display), delgada y plana, formada
por un número de píxeles en color o monocromos colocados delante de una fuente
de luz o reflectora.
Esta ciencia
aplicada consiste en una capa de moléculas alineadas entre dos electrodos
transparentes y dos filtros de polarización.
Este segundo
invento parte de la ejecutoria de Friedrich Reinitzer (1858-1927) quien descubrió
que el colesterol extraído de zanahorias es un cristal líquido; para 1911 Otto
Lehmann publica su obra Cristales Líquidos y otros investigadores siguen por ese
sendero.
Finalmente, la
compañía Marconi Gíreles Telegraph patenta la primera aplicación práctica de la
tecnología The Liquid Cristal Light Valve en 1936 y su desarrollo es mucho mas
reciente, desde los años 60 a los 70.
Por tanto, en la
actualidad –como ejemplo- puede encontrarse un monitor de ordenador que sea LED
y LCD, pero también existen aparatos que son LCD sin tener de retroiluminación
las bombillas LED.
De cualquier
manera, a juzgar por los reportes de daño, cabría deshacernos de celulares de
reciente generación, monitores y televisores, hornos microondas, alimentos
varios, o piezas, satanizados por ciertas investigaciones, sin embargo se
impone un empleo adecuado y mantener constante información.
Lo
verdaderamente importante radica en estar al tanto de los perjuicios de ciertas
tecnologías y productos, verificar las confirmaciones científicas, y dosificar
su empleo y protección de estos implementos que de alguna manera llegaron a
nuestras vidas para colaborar, de cara al futuro.
rfc/
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