Por Roberto F. Campos
La
Habana. El incremento de viajes culturales a Cuba tiene hoy a muchas
personas interesadas en lugares inusuales como dos peculiares callejones de La
Habana, muy visitados tanto por extranjeros como por locales: Hamel y los
Barberos.
De hecho, estos lugares pueden catalogarse
como las arterias urbanas más atractivas no solo de la capital cubana, sino de
todo el país, a juzgar por el criterio de muchos paseantes consultados por este
periodista.
El paisaje urbano de Cuba tiene muchas
novedades, calles cortas, paseos históricos, sitios donde ocurrieron acciones
culturales y tradicionales, pero en la actualidad, los callejones mencionados
se llevan las palmas.
Hamel y el de los Barberos otorgan una
especie de broche particular de oro, en cuanto a la actividad en sus espacios,
pequeños, muy pequeños, pero sumamente atractivos.
Los turistas que llegan a este país, buscan
lugares para pasarla bien con aliento tradicional, tomar fotografías y
conversar con sus moradores.
Estas callejas podrían aparecer en cualquier
filme, novela o serie televisiva, por su colorido, particularidades y entorno,
sumamente cuidado y que reproduce elementos de la tradición insular.
El Callejón de Hamel es cosmopolita y
animado, con bailes de origen africano todos los domingos al mediodía.
Se trata de un centro de paseo y adoración,
relacionado con la Santería o Regla de Ocha, traída en el siglo XVI por los
esclavos africanos, obligados a trabajar en Cuba por los colonizadores
españoles.
Sin embargo, ese escenario (Callejón de
Hamel entre Aramburu y Hospital, Centro Habana) constituye mucho más de lo que
a simple vista se puede apreciar, pues se trata de un proyecto de cultura
comunitaria iniciado por el pintor cubano Salvador González.
Pinturas, símbolos religiosos y nacionales acompañan
los edificios y casas que cubren ese escenario. El colorido inunda, mediante
dibujos en portones, rejas, fachadas y hasta en los cierres de algunas viviendas,
además de útiles viejos como decoración.
Estos detalles se entrelazan en el callejón,
cuyo nombre proviene del estadounidense-franco-alemán Fernando Belleau de
Hamel, transportista de armas durante la Guerra de Secesión (1861-1865), quien
luego se instaló en ese lugar.
En su etapa moderna, instalaron pequeños
talleres, galerías de arte y altares con enfoque en tres religiones de origen
africano: Santería, Palo Monte y la cofradía Abakuá.
Por su parte, el de Los Barberos fue fruto
de la imaginación del peluquero cubano Gilberto Valladares (Papito).
Este estilista es responsable de uno de los
proyectos más interesante como rescate social para La Habana Vieja, con el
nombre de Artecorte, ubicado en ese Callejón de los Barberos (Aguiar entre Peña
Pobre y Avenida de las Misiones).
Inaugurado en 1999, Artecorte se inició en
la casa de Papito, quien vive en el Callejón, y expandió su influencia con el
apoyo de La Oficina del Historiador de La Habana, Eusebio Leal, para fundar una
escuela de barbería y peluquería gratuita para jóvenes del área.
Artecorte engarza un Barbeparque, o parque
infantil de barbería, un museo de este oficio, e incluye colecciones, pinturas,
música, restaurantes y cafeterías en un espacio estrecho, pero muy bonito en el
Barrio Santo Ángel, cerca de la Bahía de La Habana.
/rfc
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