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lunes, 3 de abril de 2017

Turistas interesados en dos callejones cubanos



Por Roberto F. Campos

La Habana. El incremento de viajes culturales a Cuba tiene hoy a muchas personas interesadas en lugares inusuales como dos peculiares callejones de La Habana, muy visitados tanto por extranjeros como por locales: Hamel y los Barberos.
   De hecho, estos lugares pueden catalogarse como las arterias urbanas más atractivas no solo de la capital cubana, sino de todo el país, a juzgar por el criterio de muchos paseantes consultados por este periodista.
   El paisaje urbano de Cuba tiene muchas novedades, calles cortas, paseos históricos, sitios donde ocurrieron acciones culturales y tradicionales, pero en la actualidad, los callejones mencionados se llevan las palmas.
   Hamel y el de los Barberos otorgan una especie de broche particular de oro, en cuanto a la actividad en sus espacios, pequeños, muy pequeños, pero sumamente atractivos.
   Los turistas que llegan a este país, buscan lugares para pasarla bien con aliento tradicional, tomar fotografías y conversar con sus moradores.
   Estas callejas podrían aparecer en cualquier filme, novela o serie televisiva, por su colorido, particularidades y entorno, sumamente cuidado y que reproduce elementos de la tradición insular.
   El Callejón de Hamel es cosmopolita y animado, con bailes de origen africano todos los domingos al mediodía.
   Se trata de un centro de paseo y adoración, relacionado con la Santería o Regla de Ocha, traída en el siglo XVI por los esclavos africanos, obligados a trabajar en Cuba por los colonizadores españoles.
   Sin embargo, ese escenario (Callejón de Hamel entre Aramburu y Hospital, Centro Habana) constituye mucho más de lo que a simple vista se puede apreciar, pues se trata de un proyecto de cultura comunitaria iniciado por el pintor cubano Salvador González.
   Pinturas, símbolos religiosos y nacionales acompañan los edificios y casas que cubren ese escenario. El colorido inunda, mediante dibujos en portones, rejas, fachadas y hasta en los cierres de algunas viviendas, además de útiles viejos como decoración.
   Estos detalles se entrelazan en el callejón, cuyo nombre proviene del estadounidense-franco-alemán Fernando Belleau de Hamel, transportista de armas durante la Guerra de Secesión (1861-1865), quien luego se instaló en ese lugar.
   En su etapa moderna, instalaron pequeños talleres, galerías de arte y altares con enfoque en tres religiones de origen africano: Santería, Palo Monte y la cofradía Abakuá.
   Por su parte, el de Los Barberos fue fruto de la imaginación del peluquero cubano Gilberto Valladares (Papito).
   Este estilista es responsable de uno de los proyectos más interesante como rescate social para La Habana Vieja, con el nombre de Artecorte, ubicado en ese Callejón de los Barberos (Aguiar entre Peña Pobre y Avenida de las Misiones).
   Inaugurado en 1999, Artecorte se inició en la casa de Papito, quien vive en el Callejón, y expandió su influencia con el apoyo de La Oficina del Historiador de La Habana, Eusebio Leal, para fundar una escuela de barbería y peluquería gratuita para jóvenes del área.
   Artecorte engarza un Barbeparque, o parque infantil de barbería, un museo de este oficio, e incluye colecciones, pinturas, música, restaurantes y cafeterías en un espacio estrecho, pero muy bonito en el Barrio Santo Ángel, cerca de la Bahía de La Habana.
/rfc






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