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lunes, 11 de junio de 2018

Rumbo a los 500 años de La Habana. Alameda de Paula, para peregrinar.



Alameda de Paula, para peregrinar por La Habana

Por Roberto F. Campos

   Caminar por La Habana Vieja constituye en la actualidad todo un lujo para peregrinos llegados a la capital cubana desde todas partes del mundo.
   Tal afirmación, la sustentan la mayoría de los turistas que en la actualidad superan los cuatro millones por año que están interesados sobre todo en viajes culturales a la mayor ínsula antillana, y sobre todo a La Habana.
   Tal deseo aparece ahora reforzado, cuando el año siguiente (16 de noviembre de 2019) la urbe cumplirá 500 años de fundada, y por lo tanto atrapa con fuerza a los visitantes el deseo de caminar por lugares particulares.
   De ahí que muchas personas, además de sus programas y paquetes turísticos, quieren emplear tiempo en caminar y conocer lugares interesantes, como es el caso de la Alameda y la Iglesia de Paula, muy cerca del mar.
   Como toque de distinción para el turismo de La Habana Vieja, hoy muchos viajeros europeos llegados a Cuba reconocen a la antigua Iglesia de San Francisco de Paula como sitio encantador durante recorridos histórico-culturales, y la Alameda en su entorno.
   Por demás, ahora es famosa la cervecería que se encuentra en el Almacén de Cuero y Tabaco de la Avenida del Puerto, precisamente el lugar donde el presidente estadounidense Barack Obama, se reunió con emprendedores y privados en su visita a La Habana en 2015.
   La edificación, en particular la Iglesia de Paula,  constituye un escenario especial en uno de los recodos de la Avenida del Puerto, dedicada en la actualidad a los conciertos del grupo de música antigua Ars Longa.
   Significa un bello lugar, con su carga de arquitectura colonial en un gran vitral de fondo, piedras y una típica cúpula que se enseñorea en el puerto, entre barcos y mercancías.
   El edificio fue reconstruido luego de los daños ocasionados a su estructura en 1730 por un ciclón, destruyendo además un hospital aledaño que ya no existe.
   Se supone una fecha inicial del edificio que hoy se aprecia, en el siglo XVIII, al hacer comparaciones con las columnas dóricas con pedestales de la fachada, iguales a las de otros inmuebles de esa época.
   El estudioso Joaquín E. Weiss, definió su estilo en el barroco, con un esquematismo determinado, tosquedad de la piedra, sin rebuscamiento de formas.
   Algunos escritores de esos tiempos siempre tuvieron un espacio en sus obras para la Iglesia de Paula, como es el caso de Cirilo Villaverde.
   Este edificio preside una alameda con el mismo nombre, fresco recorrido cerca del mar y los muelles, cuyo estilo se compone de la misma forma de la iglesia.
   Tuvo varios destinos, cuando por una expropiación forzosa pasó en 1907 de recinto religioso a una compañía ferroviaria que la empleó como almacén y taller, haciendo al lugar cada vez más ruinoso.
   Para 1937 el peligro de demolición estuvo a las puertas, con frecuentes profanaciones, cuando existía la leyenda de un tesoro oculto en sus paredes, pero las onzas de oro jamás aparecieron.
   En julio de 2003, Paula resurge para la música, con un empaque de clase, entre la sacralidad de notas que tienen mucha relación con la parte vieja de la capital cubana.
   A la sombra de la Oficina del Historiador de La Ciudad, ese espacio reverdece y muestra todo su misterio de una manera muy sana, entre las notas musicales, durante los conciertos de fin de semana y con la purificación de sus piedras y barrotes.
   Algunos investigadores dividen la historia del lugar en cuatro etapas relacionándolas con la presencia de obispos influyentes: fundación (1664 a 1730); reconstrucción (1730 a 1799); engrandecimiento (1799 a 1909), y traslación y construcción de la nueva iglesia y hospital (1910 en adelante).
   En la primera etapa la iglesia y hospital de caridad recibieron el nombre de San Francisco de Paula. Recuerdan que la primera piedra fue colocada el 27 de febrero de 1668.
    Luego del huracán del 26 de septiembre de 1730 fue reedificada y conservó los embates del tiempo y del ser humano para tenerla hoy para el disfrute, la observación y el turismo de la parte añeja de la villa de San Cristóbal de La Habana (1519).
   Y al margen de la historia, en la actualidad está el Paseo Marítimo, la cervecería mencionada, los Almacenes San José (venta de artesanías) y un singular paseo que sirve de tranquilo esparcimiento al caminante, sobre todo en las tardes.
 /rfc















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