Alameda de Paula, para peregrinar por La
Habana
Por
Roberto F. Campos
Caminar por La Habana Vieja constituye en la
actualidad todo un lujo para peregrinos llegados a la capital cubana desde
todas partes del mundo.
Tal afirmación, la sustentan la mayoría de
los turistas que en la actualidad superan los cuatro millones por año que están
interesados sobre todo en viajes culturales a la mayor ínsula antillana, y
sobre todo a La Habana.
Tal deseo aparece ahora reforzado, cuando el
año siguiente (16 de noviembre de 2019) la urbe cumplirá 500 años de fundada, y
por lo tanto atrapa con fuerza a los visitantes el deseo de caminar por lugares
particulares.
De ahí que muchas personas, además de sus programas y paquetes turísticos, quieren
emplear tiempo en caminar y conocer lugares interesantes, como es el caso de la
Alameda y la Iglesia de Paula, muy cerca del mar.
Como toque de distinción para el turismo de La Habana Vieja, hoy muchos
viajeros europeos llegados a Cuba reconocen a la antigua Iglesia de San
Francisco de Paula como sitio encantador durante recorridos
histórico-culturales, y la Alameda en su entorno.
Por demás, ahora es famosa la cervecería que
se encuentra en el Almacén de Cuero y Tabaco de la Avenida del Puerto,
precisamente el lugar donde el presidente estadounidense Barack Obama, se
reunió con emprendedores y privados en su visita a La Habana en 2015.
La edificación, en particular la Iglesia de
Paula, constituye un escenario especial
en uno de los recodos de la
Avenida del Puerto, dedicada en la actualidad a los
conciertos del grupo de música antigua Ars Longa.
Significa un bello lugar, con su carga de
arquitectura colonial en un gran vitral de fondo, piedras y una típica cúpula
que se enseñorea en el puerto, entre barcos y mercancías.
El edificio fue reconstruido luego de los
daños ocasionados a su estructura en 1730 por un ciclón, destruyendo además un
hospital aledaño que ya no existe.
Se supone una fecha inicial del edificio que
hoy se aprecia, en el siglo XVIII, al hacer comparaciones con las columnas
dóricas con pedestales de la fachada, iguales a las de otros inmuebles de esa
época.
El estudioso Joaquín E. Weiss, definió su
estilo en el barroco, con un esquematismo determinado, tosquedad de la piedra,
sin rebuscamiento de formas.
Algunos escritores de esos tiempos siempre
tuvieron un espacio en sus obras para la Iglesia de Paula, como es el caso de Cirilo
Villaverde.
Este edificio preside una alameda con el
mismo nombre, fresco recorrido cerca del mar y los muelles, cuyo estilo se
compone de la misma forma de la iglesia.
Tuvo varios destinos, cuando por una
expropiación forzosa pasó en 1907 de recinto religioso a una compañía
ferroviaria que la empleó como almacén y taller, haciendo al lugar cada vez más
ruinoso.
Para 1937 el peligro de demolición estuvo a
las puertas, con frecuentes profanaciones, cuando existía la leyenda de un
tesoro oculto en sus paredes, pero las onzas de oro jamás aparecieron.
En julio de 2003, Paula resurge para la música,
con un empaque de clase, entre la sacralidad de notas que tienen mucha relación
con la parte vieja de la capital cubana.
A la sombra de la Oficina del Historiador de
La Ciudad, ese
espacio reverdece y muestra todo su misterio de una manera muy sana, entre las
notas musicales, durante los conciertos de fin de semana y con la purificación
de sus piedras y barrotes.
Algunos investigadores dividen la historia
del lugar en cuatro etapas relacionándolas con la presencia de obispos
influyentes: fundación (1664
a 1730); reconstrucción (1730 a 1799);
engrandecimiento (1799 a
1909), y traslación y construcción de la nueva iglesia y hospital (1910 en
adelante).
En la primera etapa la iglesia y hospital de
caridad recibieron el nombre de San Francisco de Paula. Recuerdan que la
primera piedra fue colocada el 27 de febrero de 1668.
Luego del huracán del 26 de septiembre de
1730 fue reedificada y conservó los embates del tiempo y del ser humano para
tenerla hoy para el disfrute, la observación y el turismo de la parte añeja de
la villa de San Cristóbal de La Habana (1519).
Y al margen de la historia, en la actualidad
está el Paseo Marítimo, la cervecería mencionada, los Almacenes San José (venta
de artesanías) y un singular paseo que sirve de tranquilo esparcimiento al
caminante, sobre todo en las tardes.
/rfc
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