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miércoles, 14 de noviembre de 2018

Caminar por un Valle muy cubano, novedad de 2018 Por Roberto F. Campos



Caminar por un Valle muy cubano, novedad de 2018
Por Roberto F. Campos

   El Valle de Viñales, famoso escenario de la campiña cubana, constituye hoy uno de los lugares más visitados por viajeros de todo el mundo, incitados por senderos de naturaleza como uno muy reclamado en este 2018.
   Andar por el paisaje de la provincia de Pinar del Río, la más occidental de Cuba, tiene un punto sumamente destacable en un sendero generado por los ecologistas en el famoso Valle de Viñales.
   Precisamente un guía local tiene mucho que contar en sus viajes con personas que desean vacaciones activas, de ahí que Douglas Pino Correa, esté cargado de anécdotas.
   Dedicado al trekking, bicicleta, cabalgatas, observación de aves y otras modalidades, Pino Correa pertenece al Buro de Patrimonio y mostró a este periodista los encantos del Valle.
   Señala que el sendero bautizado como Del Mirador al Valle parte de un balcón que se encuentra en áreas del Hotel Los Jazmines desde donde se tiene una visual sumamente interesante del valle, y desde donde muchos fotógrafos inmortalizan el lugar.
   Recuerda a los turistas que antes del triunfo de la Revolución Cubana en 1959 en el lugar no había más que un pequeño comercio,  el restaurante Vera, pues el Valle como tal se dio a conocer en los años 20 del pasado siglo debido al pintor Domingo Ramos Henríquez.
   El artista ya era famoso y buscaba un lugar de interés para plasmar sus paisajes y es entonces que en 1938, Ramos Henríquez representa a Cuba en una feria en Nueva York con un paisaje pintado por él que representa precisamente al Valle de Viñales, un oleo grande.
   Un año después, el Club de León propuso en la capital la obra de un mirador - no era el actual - y en 1941 se erigió un monumento al pintor por internacionalizar ese panorama cubano.
   A partir de ese entonces fue muy visitado y recibió diversos reconocimientos como: Área Protegida (1976), Monumento Nacional (1978),  Paisaje Cultural de la Humanidad (1999-UNESCO), y Parque Nacional (2000-Consejo de Ministros).
   Todos estos reconocimientos, comenta el guía, están encaminados a fortalecer la protección medioambiental de ese escenario.
   Un paisaje sumamente enriquecedor, en una provincia significativa como lo declara la delegada del Ministerio de Turismo (Mintur) en Pinar del Río, Deborah Henríquez Lorenzo.
   En el territorio –informa la directiva- operan cadenas hoteleras, extrahotelera y de servicio, con la presencia de Islazul, Cubanacán y el Campismo Popular.
   Estas instancias trabajan con 458 habitaciones para el alojamiento sobre todo en el polo de Viñales y en el municipio cabecera (Pinar del Río), con serias perspectivas de crecimiento en el futuro inmediato.

UN VALLE MUY ESPECIAL
   Uno de los lugares que más impacta hoy a quienes llegan a Cuba en busca de descanso activo, está en la más occidental provincia cubana, Pinar del Rio, se trata de un valle con mogotes, unas elevaciones muy típicas del lugar, ese escenario se nombra Valle de Viñales.
   El poblado del mismo nombre se ve en la actualidad lleno de caminantes, personas con mochilas, y dispuestos a andar y tirar fotografías de un paisaje muy verde y natural, matizado por los sembradíos de tabaco.
   Ubicado en Pinar del Río, la más occidental provincia cubana, el Valle atesora toda la gama de colores que un amante de la naturaleza pudiera esperar de su visita a Cuba.
   A simple vista, aparecen los mogotes repletos del verdor que inunda los sentidos, entrelazándose con el árbol nacional, la palma real.
   Incrustados por esos parajes, se encuentran los terrenos de tabaco, con la peculiaridad de tener un suelo químicamente perfecto para la hoja y un clima muy acorde con los resultados: la confección del puro habano, considerado el mejor del mundo.
   El Valle de Viñales es uno de los sitios turísticos más conocidos de la Isla. Se trata de 132 kilómetros cuadrados de extensión integrante de la Sierra de los Órganos, en las Montañas de Guaniguanico.
   Significa una complejidad geológica con predominio de rocas calizas, pizarras, esquistos y areniscas. Y como complemento ideal, se encuentran las zonas cársicas, sus mogotes.
   Este tipo de valle cársico cuenta con un largo de aproximadamente 11 kilómetros y un ancho de cinco, teniendo tres establecimientos hoteleros de reconocido prestigio: Hotel Los Jazmines, Hotel La Ermita y Hotel Rancho San Vicente.
   En estos momentos proliferan los alojamientos y restaurantes privados, en colaboración con el Mintur y que otorgan posibilidades adicionales al lugar.
   Pero hablar del Valle de Viñales jamás sería completo sin mencionar el tabaco, que por esa zona, perteneciente a Vuelta Abajo, se señala como la mejor capa.
   Propiamente, Pinar del Río (10 mil 848 kilómetros cuadrados), tuvo como apelativo original, dotado por los conquistadores españoles a Nueva Filipina, en 1774, y cuatro años más tarde se quedó con el nombre de la más antigua de las poblaciones del lugar, Pinar.
   Por la autopista nacional se llega fácilmente en coche (dos horas), en un viaje que obliga siempre más al occidente rumbo a la Sierra del Rosario, con su Pan de Guajaibón, la montaña mayor de esa región con 699 metros sobre el nivel del mar.
   Ya hacia el sur de la capital provincial, aparece la Meca del tabaco, las llanuras de San Juan y Martínez, con su visión de vegas, unas al sol otras tapadas, sobre todo las dedicadas a hojas de capa.
   Y como sello distintivo del lugar está el Mural de la Prehistoria, en el propio Valle, obra del pintor cubano Leovigildo González, ya fallecido, que recrea las distintas etapas evolutivas de la humanidad, sobre una pared de uno de los mogotes.
   Pero el lugar tiene varios senderos, como Del Mirador al Valle, cuando los participantes en grupos de 20 personas se adentran en el paisaje que en la mañana desde el mirador pudieron retratar.
   Es una imagen obligada, donde en el centro del paisaje se aprecian pequeñas casas de campesinos que cultivan la tierra y atienden a los animales.
   La caminata permite a los viajeros no solo ver de cerca los mogotes, sino conversar con los campesinos y terminar el recorrido con un almuerzo en casa de uno de ellos, que les ofrece manjares a su estilo más tradicional con predominio de los frijoles, arroz o la carne de cerdo.
   Un escenario verdaderamente impresionante, amigable y colorido que muchos viajeros prefieren incluso ver más de una vez.
/rfc
 













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