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viernes, 6 de noviembre de 2020

NOTICIAS DE LA HABANA Y SU TURISMO. ¿La vuelta del Teatro Campoamor?. Por Roberto F. Campos

NOTICIAS DE LA HABANA Y SU TURISMO.

¿La vuelta del Teatro Campoamor?.

Por Roberto F. Campos

 

   La vuelta del Teatro Campoamor de La Habana, constituye hoy noticia alentadora para los amantes de la capital de Cuba, pues este inmueble representa mucho no solo para la cultura insular, sino para su turismo.

   Dicha noticia apareció en los medios de prensa en octubre, de la voz del equipo que inicia los trabajos de recuperación luego de muchos años que la importante pieza solo fuera un lugar de escombros con una fachada como recordatorio de pasadas glorias.

  Tal fue el realce de ese teatro, que el 15 de febrero de 1928 allí se estrenó la primera película sonora de Warner Brothers, a sólo cuatro meses de su premier en Estados Unidos.

  El suceso tuvo lugar en el elegante Teatro Campoamor de entonces, de las céntricas calles Industria y San José, levantado por iniciativa de los empresarios Santos y Artigas, dueños del circo más importante de Cuba.

   Lo edificaron en el terreno donde estuvo el más antiguo de los teatros habaneros, el Albisu, que brilló de 1870 a 1918, devorado por un incendio.

   El Campoamor fue inaugurado el 20 de octubre de 1921, con la presentación de una gran compañía de zarzuelas que visitó la capital. También se presentaron allí operetas y otras obras musicales de mucho éxito.

   Poco tiempo después comenzó a usarse además como cine y se afirma que para garantizar la máxima calidad de la presentación de la primera película sonora, se le instaló el mismo sistema de audio de los modernos cines de Nueva York, Chicago y California.

   Muchas versiones, además lo dan como el de mejor acústica del país, por un foso muy particular.

  Por allí pasaron grandes compañías musicales españolas y cubanas, incluyendo al teatro vernáculo, así como exitosos artistas de renombre internacional.

   Actuaron en el Campoamor Angelita Castany, Blanquita Amaro, Candita Quintana, Alicia Rico, Lola Flores, Libertad Lamarque, Imperio Argentina y Rita Montaner, entre muchos más.

   Sus presentaciones, generalmente obras con doble sentido y alusiones políticas, se mantenían durante largas temporadas en escena.

   Este excelente teatro tenía forma de herradura, estaba adornado con ribetes dorados y en sus palcos exhibía barandillas de bronce. Por su elegancia, funcionalidad y por los magníficos espectáculos resultó símbolo del buen arte en la Habana de los años 30 y 40.

   Y también atrajo a muchos turistas, sobre todo norteamericanos que llegaban a La Habana y querían conocerla desde el ángulo cultural.

   Pero pasó el tiempo, y luego de un derrumbe se cerró, para dar paso a diversos espacios como parqueo de motos y bicicletas, hasta que finalmente quedó en el olvido totalmente.

   Sin embargo, parece que uno de los reclamos del historiador de La Habana, Eusebio Leal, recientemente fallecido, ahora toma cuerpo y comenzaron las labores para recuperarlo.

   El propio conocido poeta, periodista, escritor e investigador cubano Miguel Barnet, publicaría un artículo en referencia a la necesidad de resurrección de dicho teatro.

   Para la ocasión evocó al Campoamor a un costado del Capitolio y a espaldas del hoy Gran Teatro Alicia Alonso.

   "El Campoamor vio desfilar por sus escenarios a los artistas más populares del continente, de la España de pandereta y mantón de Manila y de la Argentina de los tangos de arrabal", diría en ese momento.

   Recordaría el nombre, Campoamor, en honor a la memoria de uno de los poetas románticos más populares de la España del siglo XIX, Ramón de Campoamor, asturiano, humorista y maestro de la crónica satírica.

   Dice el intelectual que el 15 de febrero de 1928, el Campoamor devino también cine, exhibió en premier la primera película sonora de la Warner Brothers con sistema de audio Vitaphone.

   Los primeros filmes de Ramón Peón tuvieron su estreno en el Campoamor. Las acomodadoras también se estrenaron allí para quedarse como una institución en el país.

   Un teatro tipo vienés, de herradura, para voces pequeñas y gastadas, para zarzuelas y operetas, enriquecido con orla dorada y lámparas de rococó, donde lo más granado de La Habana se daba cita y las “chusmas” se apelotonaban en el gallinero para cazar un gallo, chiflar o tirar un huevo.

   Esta es la narración más fidedigna de lo que era el Campoamor, sin embargo, este teatro tiene mucho realce en la actualidad con el auge del turismo.

   Es razón sobrada que Cuba destaca por una diversificación de la oferta, que a pesar de sol y playa -principal agarre- también muestra negocios, circuitos, náutica recreativa, congresos, salud, naturaleza, aventuras y, por supuesto, cultura y tradiciones.

   Por tanto, una nueva vida del Campoamor, sobre todo ahora que la isla intenta retomar el turismo pese a la Covid-19, podría significar un símbolo del esfuerzo por reforzar la industria de los viajes y aportar novedades, imprescindibles, como este famoso teatro.

/rfc








 

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