Por: Roberto F. Campos
La Habana.- Como
impresionante monumento al comercio en La Habana, ahora ese monstruo de fachadas herméticas
y vista al Parque Central, parece tener una segunda oportunidad de la mano de la Oficina del Historiador de
la Ciudad.
Oportunamente,
el historiador de La Habana Eusebio
Leal, confirmó su reconstrucción, ya apreciada por los transeúntes al ver el
inicio de los trabajos y el despeje de sus pisos.
Con
anterioridad, ya el deterioro había alcanzado al edificio y los comercios que
ocupaban sus espacios, necesitaban una nueva vida de la mano de arquitectos
emprendedores que recuperaran lo que alguna vez fue ese edificio, ahora con
nuevas ideas como incluirle un hotel.
Se encuentra en
un lugar sumamente populoso de la capital cubana, en un ala del Museo Nacional
de Bellas Artes en su colección universal, lo que también fuera en su momento
el Centro Gallego.
Entre los
propósitos confesos, está por tanto aprovechar esa mole que ya se caía a
pedazos, para propiciar a turistas una estancia sumamente agradable, céntrica y
versátil, además de reintegrarle a la Manzana sus valores de establecimientos que
brillaron en su momento.
Una manzana de oro y turismo
El periodista e
historiador cubano Ciro Bianchi oportunamente mencionó el tema y alertó que
desde hace más de 100 años ese lugar constituye punto de referencia para los
habaneros, pues muchas personas le mencionaban a amigos y familiares una
consabida frase: Lo compre en la
Manzana de Gómez.
Ese edificio se
ubica en las calles San Rafael y Neptuno, y Monserrate y Zulueta, y en sus
inicios ocupó solamente una planta, con galerías cubiertas hasta 1918 que se le
añaden cuatro niveles, y para facilitar los accesos le colocan ocho ascensores.
En total llevó
560 cubículos que se emplearon en oficinas, y otras instancias como las
academias comerciales Pittman ubicadas en el segundo nivel y la Gregg en el quinto, con
alumnos en busca de prepararse en métodos de taquigrafía y mecanografía.
En uno de esos
espacios del edificio estuvo la Institución
Iberoamericana de Cultura presidida por el sabio cubano
Fernando Ortiz, además de representaciones consulares y diplomáticas.
Otra de las
delegaciones en el lugar correspondía al ambiente legal, con notarias y
bufetes, y al mundo literario y periodístico con la oficina de la revista Show
liderada por Carlos M. Palma, que en su tiempo llevaba amplia circulación en
Cuba y parte del extranjero.
Los detalles de
historiadores insisten en que desde 1832 las tiendas acapararon las calles
habaneras de Muralla y Oficios, junto a otras arterias, y muchas personas preferían
los paseos vinculados con los comercios, sobre todo las mujeres para regresar a
casa con algún paquete de su preferencia.
Todo parece
indicar que la primera de las tiendas que aparecieron en el lugar fue una
peletería que se abre en la parte de San Rafael nombrada La Exposición, y en
Zulueta otra muy conocida resultó El Lazo de Oro.
Las notas del
momento señalan que Julián de Zulueta y Amondo, Marqués de Álava, comenzó la construcción
del inmueble y para ello solicitó los esfuerzos del arquitecto español Pedro
Tomé Verecruisse.
Sin embargo, el edificio quedó durante muchos
años incompletos, y finalmente lo terminaría la familia Gómez Mena.
La Manzana por tanto tuvo el
banco de esa cuna, y las oficinas de su compañía azucarera, por la que fueron
sumamente conocidos en este país, con tres centrales en la propia provincia de La Habana y otro en la central
Las Villas, para ese entonces, en la actualidad Villa Clara.
Como nota
curiosa, dos integrantes de esa familia fueron atacados en su propio edificio,
cuando el 29 de enero de 1951 José Gómez Mena murió a tiros cuando subía al
edificio por la puerta de Zulueta.
Los historiadores
como Bianchi certifican además que 34 años antes, el 11 de enero de 1917, muy próximo
a ese mismo lugar, su hermano Andrés también resultó agredido y muerto por el
relojero catalán Fernando Reugart.
Julián de
Zulueta edifico la Manzana
hasta el primer piso en una obra que comenzó sus labores en 1890. A esa mole se
le deparó un amplio sótano para aprovechar los fosos de la Muralla que había sido
destruida años atrás, la
Muralla de La
Habana, para proteger de ataques de piratas, ya innecesaria.
Fue Andrés Gómez
Mena quien acabó hasta esa primera planta, y además edificó dos teatros en los
altos, el Politeama Grande y el Politeama Pequeño, que tuvieron muy poco tiempo
de existencia, de ahí que casi nadie les recuerde en crónica alguna.
Para 1918 llegó
la ampliación definitiva, los ascensores mencionados, y los 560 departamentos
con pasillos y portales por donde diariamente pasaban alrededor de 25 mil
personas; Manzana que granjeaba a la familia propietaria unos mil pesos
diarios, toda una fortuna para su momento.
Todavía muchas
personas recuerdan la sombrerería El Lazo de Oro y El Louvre, y grandes
carteles que llamaban a la compra como Agencia de los mejores fabricantes de
sombreros, Vean nuestros equipajes, o en inglés Shoes and hats store, que atraían
al mejor postor.
Ahora, el
impresionante edificio ayudará al colorido turístico de La Habana, con una amplia
variedad de comercios y oficinas que deben resurgir con la estirpe de la
modernidad, y la recuperación de brillo de antaño.
rfc/
1 comentario:
muy bueno su articulo pero le comento que la Manzana esta contigua al antiguo Centro Asturiano y no el Centro Gallego, que esta justo enfrente, donde radica el gran Teatro de la Habana, gracias por sus articulos
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