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lunes, 24 de septiembre de 2007

Cementerio de Colón: reposo y arte






Por: Tino Manuel

. Uno de los lugares más interesantes de la capital cubana lo constituye el Cementerio de Colón, camposanto de indudables valores culturales en sus esculturas y lápidas.

La Necrópolis de Colón constituye, sin dudas, un lugar muy interesante en la capital cubana, además de por su historia por las esculturas y obras de arte que atesora.
En la Ciudad de La Habana existen 21 cementerios, de entre los que sobresale el de Colón ubicado en la esquina de Calzada de Zapata y Calle 12, en el barrio de El Vedado.
Por demás, se trata de un lugar muy céntrico y escenario de la conocida película “La muerte de un burócrata”, comedia del director cubano ya fallecido Tomás Gutiérrez Alea, quien también se inmortalizó con su pieza “Fresa y Chocolate”.

Un lugar de reposo y cultura

Por demás, no solo es el más importante cementerio capitalino, sino de todo el país, y está catalogado entre los más extensos del mundo.
Cuenta con una gran cantidad de obras escultóricas y arquitectónicas, y este detalle sirve para muchos expertos a la hora de considerarlo como el tercero del orbe, antecedido por el de Génova en Italia y uno de Barcelona, España.
El decursar de este cementerio comenzó en 1854 cuando el gobernador Marqués de la Pezuela tuvo la idea de construir una nueva necrópolis por lo insuficiente del Cementerio de Espada, ya viejo para ese entonces.
Por lo tanto, se autorizó por Real Decreto del 28 de julio de 1866 su construcción y las obras comenzaron el 30 de octubre de 1871, que concluyeron 15 años posteriores, el 2 de julio de 1886.
El arco de entrada es impresionante con un conjunto escultórico en su punto mas alto preparado en mármol de Carrara, de 34 metros de longitud por 21.66 metros de altura toda la portada.
Ese conjunto representa las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, y fue obra del arquitecto español Calixto de Loira, mientras los releves de las esculturas en mármol son del cubano José Villalta de Saavedra.
Este es un lugar atractivo tanto para cubanos como para extranjeros, ciudad funeraria de 560 mil metros cuadrados donde se combinan estilos como el ecléctico, románico, gótico, griego, egipcio, militar, renacentista, neoclásico, art nouveau, art deco, racionalista y moderno.
Es increíble esta fusión de estilos y el empleo de los más variados materiales y ornamentos en rejas, cancelas, balaustradas, vitrales, columnas, y cruces de diferentes religiones.
También se emplearon materiales como mármol de Carrara, granito, piedra, maderas preciosas, y bronce, en querubines alados y hasta reproducciones fotográficas en superficies de porcelana.
La portada de estilo bizantino da paso a dos amplias avenidas nombradas de norte a sur Cristóbal Colón y Obispo de Espada, y de este a oeste Fray Jacinto, marcador principal.
Calles, manzanas y lotes componen esta ciudad mortuoria. Los especialistas lo consideran un verdadero monumento arquitectónico de la antigüedad, además de ser el único cementerio americano dedicado al gran navegante genovés.
Entre las construcciones más remarcables está el conjunto dedicado a un grupo de bomberos muertos en 1890, de 10 metros de alto, obra del escultor español Agustín Querol.
Y entre los mitos aparece la tumba de Amelia Goire de la Hoz, dama de alta sociedad, conocida como “La Milagrosa”, a donde acuden peregrinos en busca de algún beneficio espiritual o “físico”.
Patriotas, militares, políticos y héroes comparten espacios entre mayores o menores lugares, más retocados o de poco destaque, pero toda la obra constituye un lugar indiscutible a visitar.
rfc/

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