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domingo, 5 de abril de 2009

A prado y Neptuno: Del Cha-cha-chá y la buena comida italiana






Por: Roberto F. Campos

. Una esquina emblemática para la música cubana y ahora también para la culinaria de la Isla: A Prado y Neptuno, referencia artística y de las mejores recetas italianas, casa de comidas operada por la compañía Habaguanex S.A.

A Prado y Neptuno tiene varias connotaciones, fue la esquina donde los expertos dicen que surgió el baile y ritmo cubano Cha-cha-chá; y por demás, desde hace 10 años abrió sus puertas un restaurante precisamente con ese mismo nombre y dedicado a la comida italiana.
Nombre de cruce de caminos, nombre de ritmos, nombre de una pieza musical, ahora al viajero lo recibe un espacio para 130 comensales en su momento de mayor apogeo, restaurante que abrió las puertas el 30 de enero de 1999.
Casa de comidas operada por la compañía Habaguanex S.A., que se encarga del turismo en La Habana Vieja y pertenece a la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Con 30 empleados, y la experiencia acumulada por el asesor italiano Aldo Amadori, el lugar tiene mucho de clientes fieles, que prefieren pasarla bien, o reunirse con amigos a charlar y a probar platillos de muy delicado gusto.
Abierto cada día desde el medio día hasta la media noche, tiene una de las cartas más versátiles en materia italiana de la capital y quizás de todo el país, con 80 platos que varían según la jornada e incluso las exigencias de los comensales.
Esa carta incluye hasta 20 pizzas, 12 de pastas y muchas ensaladas, en realidad hay recetas para todos los gustos, y una carta de vinos, de varias procedencias y una fuerte representación itálica.
Los principales clientes son italianos, y la segunda procedencia que más busca su puesto en A Prado y Neptuno son los canadienses. Allí van diplomáticos, empresarios y turistas de paso, también viajeros repitentes en sus estancias cubanas que descubren el lugar y ya no pueden abandonarlo.
Algunos clientes llegan preguntando por Amadori, vienen con alguna recomendación, hacen su pedido y junto con él establecen una nueva amistad.
Los cubanos, como el chef Gerardo Luca adquieren mucha experiencia en el lugar, si tenemos en cuenta que el personal del restaurante tiene un promedio de edad de 28 años y hablan italiano e inglés, además del castellano natal, y cuentan con un título de nivel superior.
Las pastas, las salsas y todo lo necesario se prepara fresco en cada turno y se sirve de la mejor manera posible, a partir de recetas de hace muchos años, algunas de la manera original como la Pizza Margarita, cuyo nombre se debe a una monarca italiana llegada a Nápoles, o formas adaptadas al paladar del consumidor.
Porque la cocina italiana es una de las más difundidas en el mundo, pero se presenta de diferentes maneras en diferentes lugares. Su gerente Pedro Hernández, quien abrió hace más de 10 años las puertas, el primer día, sigue convencido de la calidad del servicio y su atractivo para quienes alguna vez traspasan el umbral.
Tal es así que diariamente pueden atender a más de 300 personas de diferentes nacionalidades, y para muchos expertos este puede ser el más versátil de los restaurantes italianos en Cuba, con una mayor variedad de propuestas y la mejor manera de probar las pastas al estilo originalmente italiano.
En el lugar muy cerca del céntrico Paseo del Prado floreció la bodega de Alonso en el siglo XIX y en el XX el Café Las Columnas y el Restaurante Miami, después nombrado Caracas y al final Budapest, señala un plegable del lugar. Ahora, el restaurante lleva el diseño del arquitecto italiano Gottardi.

El Cha-cha-chá omnipresente

El Cha-cha-chá es uno de los ritmos cubanos más popularizados en el mundo, creado por el músico, compositor, violinista y director de orquesta Enrique Jorrín (1926-1987), responsable de la orquesta América, muy popular en los años 50 del pasado siglo.
La esquina de A Prado y Neptuno tiene mucho vínculo con este ritmo por una de sus composiciones titulada La Engañadora y que pese a este bautizo la gente repitió como A Prado y Neptuno, parte del estribillo de esa canción.
Y es que en el lugar, además de en estos momentos estar allí mismo, donde surgió esta tonada, un restaurante, aparece el Hotel Telégrafo que nació en 1860 en otra calle y lo trasladaron para la actual en 1899.
Jorrín, era graduado del Conservatorio Municipal de La Habana cuando emprendió su camino profesional en la Orquesta del Instituto Nacional de la Música, dirigida por el Maestro González Mántici.
Este músico se inspiró en miradas y piropos a muchachas cubanas y una ocasión en que estaba en un salón de bailes ubicado entonces donde se encuentra hoy el restaurante y al paso de una fémina, compuso su tonada que tan popular se hiciera después.
Por tanto, en 1953 compuso la partitura que resultara el primer paso en ese nuevo ritmo cubanísimo; y por tanto, en un espacio del restaurante aparece un cartel que alude a ese acontecimiento.
La letra de la canción (La Engañadora) dice al inicio así: “A Prado y Neptuno/ iba una chiquita/ que todos los hombres la tenían que mirar/ Estaba gordita, muy bien formadita, / era graciosita, /en resumen, colosal"
El ritmo Cha-cha-chá se desarrolla en un compás de cuatro tiempos. Los pasos que se siguen para bailar son simples y fáciles de seguir.
Y de igual manera es fácil seguir el ritmo impuesto por el “nuevo” restaurante, donde al comensal sentarse puede además de degustar lo mejor de la comida italiana recordar la relevancia de ese espacio que tiene mucha relación con la cultura cubana.
rfc/

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