Por Roberto F. Campos
Bigote Gato (nunca Bigote de Gato) era un
asturiano considerado por algunos en su época como un loco, y por otros como un
empresario sumamente inteligente, ahora su bar renace en La Habana.
En enero de
este 2014, reaparece por tanto el Bar Bigote Gato, en la esquina de Teniente
Rey (Brasil) y Aguacate, en La
Habana Vieja. Se trata de un lugar pequeño para unos 30
parroquianos, que intenta emular con el establecimiento original en cuanto a
intimidad.
El “nuevo”
bar, ocupa una vivienda del siglo XIX, rescatada de sus ruinas, a una cuadra del
lugar donde originalmente estaba el Bigote Gato (Teniente Rey No.308 entre
Aguacate y Compostela).
Para el
joven comercial Camilo Berriz, de la compañía Habaguanex, todo es novedad,
cuando inicia su camino profesional atendiendo a varios establecimientos del
complejo turístico Plaza Vieja, una de las cinco plazas más importantes de esta
parte de Cuba (Habana antigua).
Comenta,
que por allí aparecen lugares no menos interesantes como El Escorial, La Factoría de Cerveza de
Muralla, La Casa
del Chocolate, el restaurante Santo Ángel, el Lamparilla o la cafetería Torre La Vega, junto a las novedades:
Casa del Queso Le Marriage y Bigote Gato.
La Habana Vieja, declarada en 1982 como Patrimonio
de la Humanidad
por la UNESCO,
está siempre en constante ebullición. La Oficina del Historiador (Eusebio Leal) y la
compañía turística Habaguanex, llevan la batuta en una recuperación con brillo.
Una estrategia
de rescate, historia, mitos, leyendas y buen servicio, se aúnan a los encantos
urbanos, mezcla de moradas de otros tiempos recuperadas para el turismo,
callejones sinuosos, gente de mucho colorido y espiritualidades diversas.
El nombre
real de Bigote era Manuel Pérez Rodríguez, y algunas versiones lo señalan con
un nacimiento el 13 de diciembre de 1910 en Santulano de Las Regueras, Asturias,
aunque incluso el mismo se reconocía de Candamo (origen paternos), en la propia
región española.
Lo cierto
es, que para 2001 cuando este periodista conoció a Bigote (a los 91 años), confundía
ideas, e historias, aunque si recordaba sus momentos de gloria con claridad,
quien moriría poco después, el 11 de julio de 2003, en La Habana.
Bigote llegó
a Cuba en 1924 para convertirse en comerciante de éxito, quizás el empresario
más famoso de la historia de este país.
Su fama fue
rotunda, pero muchos cubanos desconocen el motivo. Por un lado, le inmortalizó
el cantante puertorriqueño Daniel Santos, al interpretar “Bigote Gato es un
gran sujeto que vive allá por el Luyanó”. Esa pieza la compuso el cubano Jesús
Guerra.
Sin
embargo, hay mucho más. Crónicas de la época lo ubican al lado de personajes
antaño famosísimos como El Caballero de París, un vagabundo de linaje, envuelto
en capa negra y melena cana, que se paseaba por los portales de La Habana después de perder la
memoria.
También
estaba relacionado con la
Marquesa, Juan Charrasqueado, Tarzán, una pléyade de
significativas figuras que, con algún trastorno mental, quizás beneficioso y muy
cultural, decoraban los años 40 y 50 de Cuba y otorgaban un toque de distinción
a las calles habaneras.
El 1 de
marzo de 1947, cuando ya llevaba 23 años en Cuba y después de muchos esfuerzos,
inauguró su propio bar, que tuvo por nombre Bigote Gato (exhibía un largo
bigote y una boina roja).
El Bar
Bigote Gato se hizo famoso, sobre todo cuando fundó el Club de los Noctámbulos,
que llegó a tener medio millar de miembros, entre ellos el Caballero de París y
otros, con los que protagonizó un programa humorístico de la televisión, El
Tribunal de los Locos, muy famoso, del que fue su Presidente.
Para
pertenecer a ese Club, había que tener entre 18 y 100 años, y estar en el bar
–“el único bar del mundo donde los clientes, por decisión expresa de Bigote
Gato, son dueños legítimos” (decía) –entre las 12 de la noche y las seis de la
mañana.
También se
exigía practicar la prudencia, el respeto mutuo y no hablar allí de religión ni
razas (y tener de 18 a
100 años).
Bigote Gato
ganó un concurso de automovilismo en 1958, no de carreras sino de “cacharros”,
con un coche Chevrolet descapotable de 1926 que él llamaba “El Cohete de Bigote
Gato”, repleto de anuncios de su bar y club, en el que se paseaba durante los
Carnavales habaneros.
Con el paso
del tiempo, su bar –ubicado en la calle Teniente de Rey, no.308, en La Habana Vieja
–desapareció, ahora allí hay una casa de familia, motivo por el que no pudo
recuperarse en el mismo sitio.
Algunas
fotos importantes desaparecieron de su archivo en aquellos tiempos, pues tenía
algunas con El Caballero de París, y con el novelista estadounidense Ernest Hemingway,
quien no pudo resistir el embrujo de su bar y le visitó en varias ocasiones.
LA NUEVA
ERA DE BIGOTE Y SU BAR
Por los días
18 y 19 de enero de este año entonces reaparece el Bar Bigote Gato, que incluso
lleva un sugestivo trago con su nombre, como insignia, con la ocurrencia de una
botella de cerveza invertida y abierta dentro de una copa larga.
Acompañan a una larga lista de tragos y
bebidas cubanas e internacionales, los sándwich cubano, de atún, de pollo, de jamón
y queso, el bocata catalana, y la jarra de sangría, las tablas de queso y el entremés.
Y sobre
todo, la noticia más inspiradora, de que piensa su gerencia rescatar el Club de
los Noctámbulos, para darle un toque de distinción a lugar tan emblemático de
la cultura y la tradición de La
Habana.
Su bar
tenía un lema que aún conserva: “Conozca a Cuba, visite a Bigote de Gato
después: un pedacito de nuestra madre patria con todos sus productos, una
palmera cubana con todas sus costumbres”
Cada mes ofrecía
a sus clientes una cena erótica, para los madrugadores, compuesta por: rabo
encendido, lengua estofada y de postre, papaya en almíbar.
Allí se podía
degustar, según su carta, chorizo de gocho, y sardinas de Vigo, tomarse un cóctel
de los inventados por Bigote Gato como eran el Atila frente a Roma, Espérame en
el cielo, y Cuba en llamas.
El trago
que llevaba su nombre, Bigote Gato, el de aquella época tenia de ingredientes raíz
de garañón, palo lalambo, jengibre, miel de abejas, ron, ajo, limón y extracto
de cerebro de gorrión (decía).
Bigote se definió
como un bohemio, “nacido para hacer felices a las mujeres”.
La actual morada
que ocupa su bar renacido, es una edificación del siglo XIX en la que se
conservan muros originales construidos en técnica del Tapial, con piedras
ordenadas y ladrillos de barro.
Dicha
morada llevó una restauración del muro de fachada, construyeron un nuevo techo
de Armadura de Pares a partir del estudio de los techos coloniales de La Habana, y los carpinteros de
dicho rescate fueron jóvenes egresados de la Escuela Taller del
Centro Histórico.
Un lugar con
puertas de Tablero Español, con expresión contemporánea, lucetas de vidrios de
colores que permiten una iluminación especial y, sobre todo, un ambiente
sumamente acogedor.
rfc/