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sábado, 26 de abril de 2014

Varadero Gourmet, experiencia turística cubana de relieve




Por Roberto F. Campos

La Habana.- El desarrollo del turismo cubano trae aparejadas una serie de experiencias profesionales que redondean la espiral creciente reforzada todos los años por las autoridades, tal es el caso del evento Varadero Gourmet.
   Esa reunión de expertos en gastronomía, vinos y servicios no por gusto escogió al balneario de Varadero, a unos 140 kilómetros hacia el este de La Habana, la capital, sino porque tratarse del principal balneario de Cuba y eje de la industria recreativa insular.
   Para la edición VI (23 al 25 de abril) el recinto ferial de esa playa, Plaza América, volvió a acoger a la reunión que al decir de los organizadores se triplicó en cuanto a participación y potencialidades.
   El propio ministro de turismo de Cuba, Manuel Marrero, abogó por el desarrollo de la gastronomía como elemento atractivo para la industria recreativa insular.
   En sus palabras de clausura de la edición del Festival Internacional Varadero Gourmet, el titular mostró su satisfacción por el desarrollo de reuniones de este tipo que incrementen la calidad de los servicios y permitan al país una mejor posición en el sector.
   Este encuentro crece, dijo, al explicar que en esta oportunidad aparecieron 28 stand multiplicados, pues muchos de ellos representaron a varias firmas comercializadoras y productoras de alimentos.
   El ministro de turismo convocó por tanto a la VII edición del 15 al 17 de abril de 2015 en el propio escenario. A esta versión acudieron 50 expertos de 12 países.

jueves, 17 de abril de 2014

Delfines, amigos que enaltecen al turismo de Varadero




Por Roberto F. Campos
 
Varadero. Cuba. Los delfines son criaturas sumamente interesantes, con un impacto significativo en quienes toman baños con ellos, o simplemente los viajeros que observan sus piruetas, como ocurre en el balneario cubano de Varadero.
   Distante unos 140 kilómetros hacia el este de La Habana, la capital de Cuba, este balneario constituye no solo el principal polo de sol y playa del archipiélago, sino de todo el turismo insular.
   Se trata de una playa con unos 20 kilómetros de arena muy fina, mucha hotelería y servicios gastronómicos o de entretenimiento, y un delfinario, operado por el Grupo Palmares del Ministerio de Turismo (Mintur).
   La playa se encuentra en la Península de Hicacos, una lengüeta de tierra que por un lado incluso tiene cara a la Bahía de Cárdenas y en sus extremos, muestra una serie de cayos que significan el extremo más al norte del país, sitio de parada de piratas y barcos (Varadero).
 
DE DELFINES Y GUSTOS POR LA NATURALEZA

   El delfinario de Varadero representa un contacto sensacional con la naturaleza, a partir de peces sumamente inteligentes que ayudan a los seres humanos, tanto a aliviar el estrés, como a pasar unas jornadas sumamente agradables.
  Boris García es médico veterinario en ese delfinario y con gusto explica sus experiencias tanto a periodistas que le interrogan, como a visitantes interesados en detalles.
   Recuerda que ese delfinario responde a una inversión de un millón de dólares, sobre todo en materia de trabajos para adecuar la laguna interior donde se encuentra y para propiciar las mejores condiciones posibles a los delfines.
   A partir de dicha inversión, dijo, también se facilitó el mejor acceso de los visitantes a las plataformas y al sistema de nado con delfines, show y nados interactivos, sobre todo en casos de tratamientos médicos o de calidad de vida.
   En 1984 comenzaron las obras de esta iniciativa en áreas donde se encuentra en estos momentos el Varadero Golf Club, el único terreno para este tipo de deportes con calidad internacional en Cuba.
   Por tanto, se traslada el delfinario a la Laguna Chapelín, que para ese entonces pertenecía a áreas de un campamento de pioneros, y era su base náutica.
   En esa propia laguna comienzan entonces en 1996 los trabajos, en inicios de una manera rudimentaria, pues el lugar carecía de las condiciones para tal propósito.
   Poco a poco, comenta el experto, se trasladaron los equipos y medios del delfinario para su nueva ubicación, la actual, pero fue necesario de manera previa acondicionar un lugar que tenia sobreexplotación y podía dañar a las criaturas acuáticas.
   Por otro lado, la cantidad de visitantes al delfinario creció notablemente y por tanto fue necesaria la inversión que acondicionara correctamente ese escenario.
   Actualmente, comenta el veterinario, el delfinario cuenta con un sistema novedoso, todo de aluminio oxidado, trabajo previo de oxidación para mantenlo libre de mantenimiento y con garantía por 15 años.
   El sistema imita a madera, con 75 por ciento de madera y 25 por ciento de plástico PVC, resistente al agua y los ácidos, pues aunque no se emplean productos químicos agresivos, si es necesario usar cloro.
   Además se trata de un sistema de pontones y pasillos que enfrentan de buena manera el sol, la lluvia, el salitre y tiene una mayor durabilidad.
   El delfinario cuenta con cuatro plataformas de nado con delfines, cada una con dos individuos para atender a grupos de ocho a 10 personas, que es la norma para no afectar a los animales.
   Agrega que cuatro veces al día organizan los nados con delfines para cada una de las plataformas, en diferentes horarios con dos horas para estos mamíferos, y permitir su recuperación.
   En total, el delfinario cuenta con 13 del tipo Nariz de Botella (Tursiops truncatus, nombre científico), y de esa cifra 10 nacieron en cautiverio.
   Relata que en total nacieron 22 allí, y se lograron 18, cifra bien difícil por las características de estos peces, y el resto de los logrados se repartieron en otros delfinarios cubanos del Grupo Palmares.
   Además exhiben un show de delfines, con saltos, pelotas y otros trucos a las 11:00 y 15:30 horas, a un precio de 15,00 pesos cubanos los adultos y cinco los menores (equivalente de manera oficial a igual cantidad de dólares).
   Con la finalidad de promover la entrada de los lugareños, ese precio preferencial es para los cubanos, mientras los visitantes extranjeros abonan igual cantidad en CUC (divisa cubana), para facilitar los mantenimientos y cuidados.
 
EL DELFIN NARIZ DE BOTELLA Y SU MUNDO (DATOS)

   Los animales del delfinario de Varadero son sumamente curiosos, y pertenecen a la especie Mular o Delfín nariz de botella (Tursiops truncatus), cetáceo odontoceto de la familia Delphinidae.
   De las más de 30 especies de delfines que existen, es la más común y más conocida de la familia, debido a ser muy sociales. En la vida salvaje viven en grupos de hasta 12 criaturas.
   Frecuentemente surcan la estela dejada por los barcos y, se acercan a los nadadores. Habitan en mares cálidos y templados de todo el mundo, y pueden encontrarse en todos los océanos, menos en el Ártico y el Antártico.
   Los delfines mulares nadan de cinco a 11 kilómetros por hora, y en tramos cortos pueden alcanzar 35 kilómetros por hora, o 21 nudos.
   Cada cinco u ocho minutos, los delfines tienen que salir a la superficie para respirar a través de su espiráculo. Su sueño es ligero y los investigadores consideran que las dos mitades de sus cerebros se turnan para dormir y despertar.
   Los delfines mulares viven normalmente en grupos llamados vainas de unos 12 animales. Varias vainas pueden constituir grupos más grandes de cientos de delfines.
   Como anécdota, en noviembre de 2004, en Nueva Zelanda, un gran tiburón blanco se acercó a tres salvavidas, a 100 metros de la costa, cerca de Whangarei. Un grupo de delfines, detectando el peligro, se reunió y protegió a los nadadores por 40 minutos.
   Sin embargo, los delfines son depredadores, y demuestran comportamientos agresivos, sobre todo en luchas entre machos por las hembras y agresión a tiburones. Los machos logran la madurez sexual a los 11 años, y las hembras a los 12.
   Los mulares hembra viven cerca de 40 años y los machos 30.  La alimentación es costera, a partir de peces e invertebrados de zonas litorales y sublitorales, y más curioso es su sistema de ecolocalización, similar al sonar.
rfc/













martes, 8 de abril de 2014

Bigote Gato, elogio de un turismo histórico





Por Roberto F. Campos

Bigote Gato (nunca Bigote de Gato) era un asturiano considerado por algunos en su época como un loco, y por otros como un empresario sumamente inteligente, ahora su bar renace en La Habana.
  En enero de este 2014, reaparece por tanto el Bar Bigote Gato, en la esquina de Teniente Rey (Brasil) y Aguacate, en La Habana Vieja. Se trata de un lugar pequeño para unos 30 parroquianos, que intenta emular con el establecimiento original en cuanto a intimidad.
  El “nuevo” bar, ocupa una vivienda del siglo XIX, rescatada de sus ruinas, a una cuadra del lugar donde originalmente estaba el Bigote Gato (Teniente Rey No.308 entre Aguacate y Compostela).
  Para el joven comercial Camilo Berriz, de la compañía Habaguanex, todo es novedad, cuando inicia su camino profesional atendiendo a varios establecimientos del complejo turístico Plaza Vieja, una de las cinco plazas más importantes de esta parte de Cuba (Habana antigua).
   Comenta, que por allí aparecen lugares no menos interesantes como El Escorial, La Factoría de Cerveza de Muralla, La Casa del Chocolate, el restaurante Santo Ángel, el Lamparilla o la cafetería Torre La Vega, junto a las novedades: Casa del Queso Le Marriage y Bigote Gato.
   La Habana Vieja, declarada en 1982 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está siempre en constante ebullición. La Oficina del Historiador (Eusebio Leal) y la compañía turística Habaguanex, llevan la batuta en una recuperación con brillo.
   Una estrategia de rescate, historia, mitos, leyendas y buen servicio, se aúnan a los encantos urbanos, mezcla de moradas de otros tiempos recuperadas para el turismo, callejones sinuosos, gente de mucho colorido y espiritualidades diversas.
   El nombre real de Bigote era Manuel Pérez Rodríguez, y algunas versiones lo señalan con un nacimiento el 13 de diciembre de 1910 en Santulano de Las Regueras, Asturias, aunque incluso el mismo se reconocía de Candamo (origen paternos), en la propia región española.
   Lo cierto es, que para 2001 cuando este periodista conoció a Bigote (a los 91 años), confundía ideas, e historias, aunque si recordaba sus momentos de gloria con claridad, quien moriría poco después, el 11 de julio de 2003, en La Habana.
   Bigote llegó a Cuba en 1924 para convertirse en comerciante de éxito, quizás el empresario más famoso de la historia de este país.    
   Su fama fue rotunda, pero muchos cubanos desconocen el motivo. Por un lado, le inmortalizó el cantante puertorriqueño Daniel Santos, al interpretar “Bigote Gato es un gran sujeto que vive allá por el Luyanó”. Esa pieza la compuso el cubano Jesús Guerra.
   Sin embargo, hay mucho más. Crónicas de la época lo ubican al lado de personajes antaño famosísimos como El Caballero de París, un vagabundo de linaje, envuelto en capa negra y melena cana, que se paseaba por los portales de La Habana después de perder la memoria.    
   También estaba relacionado con la Marquesa, Juan Charrasqueado, Tarzán, una pléyade de significativas figuras que, con algún trastorno mental, quizás beneficioso y muy cultural, decoraban los años 40 y 50 de Cuba y otorgaban un toque de distinción a las calles habaneras.
   El 1 de marzo de 1947, cuando ya llevaba 23 años en Cuba y después de muchos esfuerzos, inauguró su propio bar, que tuvo por nombre Bigote Gato (exhibía un largo bigote y una boina roja).
   El Bar Bigote Gato se hizo famoso, sobre todo cuando fundó el Club de los Noctámbulos, que llegó a tener medio millar de miembros, entre ellos el Caballero de París y otros, con los que protagonizó un programa humorístico de la televisión, El Tribunal de los Locos, muy famoso, del que fue su Presidente.
   Para pertenecer a ese Club, había que tener entre 18 y 100 años, y estar en el bar –“el único bar del mundo donde los clientes, por decisión expresa de Bigote Gato, son dueños legítimos” (decía) –entre las 12 de la noche y las seis de la mañana.
   También se exigía practicar la prudencia, el respeto mutuo y no hablar allí de religión ni razas (y tener de 18 a 100 años).
   Bigote Gato ganó un concurso de automovilismo en 1958, no de carreras sino de “cacharros”, con un coche Chevrolet descapotable de 1926 que él llamaba “El Cohete de Bigote Gato”, repleto de anuncios de su bar y club, en el que se paseaba durante los Carnavales habaneros.
   Con el paso del tiempo, su bar –ubicado en la calle Teniente de Rey, no.308, en La Habana Vieja –desapareció, ahora allí hay una casa de familia, motivo por el que no pudo recuperarse en el mismo sitio.
   Algunas fotos importantes desaparecieron de su archivo en aquellos tiempos, pues tenía algunas con El Caballero de París, y con el novelista estadounidense Ernest Hemingway, quien no pudo resistir el embrujo de su bar y le visitó en varias ocasiones.
  
LA NUEVA ERA DE BIGOTE Y SU BAR

   Por los días 18 y 19 de enero de este año entonces reaparece el Bar Bigote Gato, que incluso lleva un sugestivo trago con su nombre, como insignia, con la ocurrencia de una botella de cerveza invertida y abierta dentro de una copa larga.
   Acompañan a una larga lista de tragos y bebidas cubanas e internacionales, los sándwich cubano, de atún, de pollo, de jamón y queso, el bocata catalana, y la jarra de sangría, las tablas de queso y el entremés.
   Y sobre todo, la noticia más inspiradora, de que piensa su gerencia rescatar el Club de los Noctámbulos, para darle un toque de distinción a lugar tan emblemático de la cultura y la tradición de La Habana.
   Su bar tenía un lema que aún conserva: “Conozca a Cuba, visite a Bigote de Gato después: un pedacito de nuestra madre patria con todos sus productos, una palmera cubana con todas sus costumbres”
   Cada mes ofrecía a sus clientes una cena erótica, para los madrugadores, compuesta por: rabo encendido, lengua estofada y de postre, papaya en almíbar.
   Allí se podía degustar, según su carta, chorizo de gocho, y sardinas de Vigo, tomarse un cóctel de los inventados por Bigote Gato como eran el Atila frente a Roma, Espérame en el cielo, y Cuba en llamas.
   El trago que llevaba su nombre, Bigote Gato, el de aquella época tenia de ingredientes raíz de garañón, palo lalambo, jengibre, miel de abejas, ron, ajo, limón y extracto de cerebro de gorrión (decía).
  Bigote se definió como un bohemio, “nacido para hacer felices a las mujeres”.
   La actual morada que ocupa su bar renacido, es una edificación del siglo XIX en la que se conservan muros originales construidos en técnica del Tapial, con piedras ordenadas y ladrillos de barro.
   Dicha morada llevó una restauración del muro de fachada, construyeron un nuevo techo de Armadura de Pares a partir del estudio de los techos coloniales de La Habana, y los carpinteros de dicho rescate fueron jóvenes egresados de la Escuela Taller del Centro Histórico.
  Un lugar con puertas de Tablero Español, con expresión contemporánea, lucetas de vidrios de colores que permiten una iluminación especial y, sobre todo, un ambiente sumamente acogedor.
rfc/











Le Marriage, remanso culinario en La Habana Vieja






Por: Roberto F. Campos

De parte de una culinaria variada, muy de moda, la cultura del queso y el vino toma auge hoy en La Habana Vieja en Le Marriage, nuevo establecimiento en busca del turismo de alto vuelo.
   Lugar pequeño e íntimo, sin embargo atesora todo un concepto de La Oficina del Historiador de La Habana (Eusebio Leal) y de la compañía turística Habaguanex, donde pocos pasos hacen un largo camino.
   Se trata de un recodo en el camino, en la esquina de las calles Amargura y San Ignacio, frente a todo un establecimiento de lujo y especialidad como lo es el Hotel Raquel (inspiración hebrea).
   Abierta sus puertas en enero de este 2014, Le Marriage simplemente la gente la conoce como La Casa del Queso, pues esa es su especialidad, que ofrece tanto para degustar platillos junto con vino en el propio lugar, como para llevar.
   Con una carta de más de 15 tipos de quesos, también destaca la decoración del recinto, de colores justos, y un minimalismo que atrae por los tonos claros y la iluminación abundante que proviene del exterior mediante sus encristalados.
   Para unos 30 comensales, es un lugar agradable en horarios de 1000 horas a 22:00, que lleva la batuta de Maria de los Ángeles Menéndez, quien siempre recibe con una sonrisa, e ilustra al consumidor en su plan que tiene mucho que ver con la cultura mediterránea.
   Una vivienda que en su momento tuvo el peligro de derrumbarse, fue recuperada para ponerla al servicio del turismo y el buen gusto, de la mano de una amplia carta capaz de recrear los paladares más exigentes.
   Montaditos de queso azul con salsa de miel, brusquetas de queso mozzarella y tomate, ensalada de queso gouda y tomate, tabla de quesos, o la degustación Le Marriage, pueden acaparar la atención de los viajeros gourmet, de la mano de una copa de vino de la casa.
   Allí se venden gouda, caribe, manchepok, manchego, cabra, azul, frutos secos, aceitunas y una larga lista de productos que mucho tienen que ver con paladares refinados y buena alimentación.
   Se trata de una especie de iceberg de la culinaria en La Habana Vieja, donde reina un turismo muy particular operado por la compañía Habaguanex.
   Habaguanex, precisamente constituye un nombre curioso, pues responde al apelativo de un cacique aborigen que reinaba en las zonas que van desde el oeste, hoy bahía del Mariel, hasta la capital actual.
  
EL CAMINO DEL TURISMO TRADICIONAL E HISTORICO

   La casa del queso forma parte de una red de establecimientos mayor, con un complejo gastronómico particular asociado a la Plaza Vieja, una de las cinco plazas más importantes de La Habana, en particular de su parte antigua.
   Este establecimiento combina de manera inteligente una carta de quesos tanto cubanos como extranjeros, para comer y para llevar, e ilustra detalles de este tipo de alimentación.
   Vinos de España, Chile u otras procedencias relevantes se dan la mano en materia de blancos, rosados y tintos, con las variedades alimenticias, incluido incluso la llamada Timba (en su momento Pan con Timba) que para el cubano común se trata de queso y jalea de guayaba.
   Pues esa tradición, en Le Marriage se exhibe con rollitos de guayaba y queso, para estilizar la tradición criolla.
   Habaguanex oportunamente tuvo anuncios en cuanto a nuevas inversiones hoteleras y extrahoteleras, ya que se encarga de tiendas, restaurantes, puntos de ventas y cafeterías en La Habana Vieja, unos 2,5 kilómetros cuadrados propiamente.
   Esta compañía celebró el 6 de enero de este año su 20 cumpleaños, tiempo en el que impulsó la restauración de edificios y estructuras antiguas en esa parte de la capital.
   Para algunos expertos, más del 90 por ciento de los viajeros que llegan a Cuba cada año, pasan por esa parte del país y disfrutan de sus encantos (las autoridades esperan al cierre de 2014 atender a poco más de tres millones de visitantes extranjeros).
   Informes oficiales señalan que Habaguanex emplea a alrededor de cinco mil personas que laboran en 20 hoteles, 38 restaurantes con cinco factorías, más de 80 tiendas y cerca de 60 cafeterías y bares que conforman la red de influencia de dicha compañía.
   El plan culinario de Habaguanex abarca prestar servicios y recetas de mucha variedad con comida cantonesa hasta platillos hebreos, pasando por la llamada culinaria internacional, china, mexicana, caribeña, y de una disímil procedencia.
   Los principales mercados para el turismo de La Habana Vieja se apoyan en Europa y Canadá, aunque crece mucho el interés en cuanto a latinoamericanos.
   A esos fines incluso cuentan con una agencia de viajes nombrada San Cristóbal, en honor al santo patrón de esa parte de Cuba, y que se dedica fundamentalmente a viajes de interés histórico-culturales.
   De igual manera, los voceros de la empresa, recuerdan un incremento del turismo estadounidense, en plan de enfrentar las restricciones políticas de su país, por el ya antiguo diferendo de Washington contra La Habana.
   Los hoteles de La Habana Vieja llevan una ocupación promedio de temporada alta (noviembre-abril) del 84 por ciento y las operaciones de dicha empresa facilitan ingresos superiores a los 170 millones de dólares por año.
   Entre las novedades se pueden mencionar establecimientos tan intimistas como El Palacio del Marques de San Felipe y Santiago de Bejucal, el Hotel Terral y la recuperación hace un año del Sloppy Joe´s Bar.
   Y si de nuevos proyectos se trata, 2014 tendrá en su seno al Hotel Habana 612 dedicado a estudiantes de cursos y postgrados de la Universidad de San Jerónimo, en el centro histórico.
   Apareció en marzo la factoría-cervecería del Antiguo Almacén de la Madera y el Tabaco, en el puerto, frente a la iglesia de San Francisco de Paula (hoy sala de música) y en enero el Bar Bigote Gato.
   Edificaciones que forman parte de un plan ambicioso de remodelación de la imagen del puerto, la bahía, y su entorno que paulatinamente se dedica al turismo y la cultura.
   Y en esa cuerda, Le Marriage, junto a otros escenarios culinarios, conforma un panorama variado e interesante que cobra vida y clientela en un turismo de cara a la cultura mundial y sus impactos favorables.
rfc/













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