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lunes, 13 de febrero de 2017

Hablar de Habanos, industria cubana y fiestas multitudinarias





Por Roberto F. Campos

La Habana, 13 feb. 2017. Con la versión 19 del Festival del Habano a fines de este mes aquí, la industria de productos de calidad de Cuba remarca un camino muy lucrativo, con muchos adeptos en el mundo.
   Esta reunión ya atrapa a miles de personas de más de 50 países, pero no son viajeros ordinarios, sino sumamente solventes, que apuestan por los puros Premium, o hechos a mano, donde los cubanos reinan. De ahí que la reunión (27 de febrero al 3 de marzo), sea todo un acontecimiento.
   Programada para el Palacio de las Convenciones de La Habana, y con un ramillete de programas colaterales, el Festival del Habano tiene ahora la flexibilidad para los interesados estadounidenses debido a 12 categorías de viaje que les permite a esa procedencia llegar más o menos oficialmente.
   Pero las trabas de restricciones permanentes de Washington contra La Habana (más de 50 años), nunca fueron óbice para que los norteamericanos disfrutaran de los puros de la isla y se pasearan por salones cubanos.
   Desde hace mucho tiempo, empresarios de ese país se dan saltos a la capital cubana, con el exclusivo propósito de fumar habanos, y en buena parte de los casos, llevarlos de vuelta a sus hogares, para compartirlos con familiares y amigos (pese a las prohibiciones).
   Ahora por tanto, esta fiesta resume, como en otras ocasiones, a los productos de elite de la industria cubana, que también tienen a su cuenta  café gourmet y rones de muy alta calidad, como es el caso del emblemático Havana Club.
   Para la ocasión (este festival), el homenaje correrá sobre las marcas
 H. Upmann, Montecristo y Quai D’Orsay, protagonistas del evento, con presentaciones y catas, pues cada año algunas se enseñorean entre los participantes a la cita (Cuba cuenta con 37 marcas).
   H. Upmann, por ejemplo, mostrará su primera Gran Reserva Cosecha 2011, mientras Montecristo (1935, la más vendida) incorpora a su portafolio una nueva línea completa de productos. De ahí que Montecristo llegará al Festival con la propuesta más Premium y exclusiva de la marca.
  Pero muchas personas asisten al encuentro para visitar las plantaciones occidentales cubanas de tabaco, o disfrutar de copiosas cenas cuyo cubierto cuesta de 300 a 500 dólares, como es el caso de la final, que constituye el acto de clausura más glamoroso de los que se organizan en la isla.
  Y no solo es de los más distinguidos del archipiélago, sino de buena parte del mundo, pues en materia de tabaco y puros, solo existen dos grandes reuniones de mercadotecnia de esa hoja, la cubana y la de las Vegas, Estados Unidos.
  Lo que ocurre, es que la segunda (nombrada Big Smoke) no puede presentar los productos de este país, que para todo entendido que se respete constituyen los mejores de su tipo en el Planeta, por la triple condición de suelo, clima y experiencia de los productores.
   Por tanto, estamos hablando de una reunión, que al margen de festejo, curiosidad para muchos y novedad del sector industrial, representa cultura, tradición, arte y mucho más.
   Durante esa semana, se asocia al tabaco cubano con destacados músicos de la isla, artesanos que confeccionan bellas obras para atesorar los puros (humidores), y un inefable contacto de los participantes con la gente más productiva y humilde de la nación (cosecheros y torcedores).
   De ahí que el cierre o clausura se transforme en todo un acontecimiento al que incluso acuden celebridades cinematográficas, políticos, industriales y líderes de opinión, que aspiran a llevarse el codiciado Premio Habano del Año, especie de Oscar pero de los puros.
   Una verdadera fiesta, que tuvo su antecedente en 1994, precisamente con una cena exclusiva dedicada a los 150 años de la marca H.Upmann, para en 1999 transformarse la  reunión en Festival, cuando los Premios Habano se entregan desde 1995./rfc


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