Los
interesantes Arcos de Belén de Cuba
Por
Roberto F. Campos
LA
HABANA.- En la parte más añeja de La Habana se encuentran Los Arcos de Belén,
un callejón sumamente fotografiado por turistas llegados hoy a Cuba desde
varios rincones del mundo, un interesante e histórico lugar.
Incluso, esfuerzos de autoridades de la
ciudad buscan rescatar la Plazuela de Belén, lugar donde por demás se encuentra
la
Escuela del Ballet de Lizt Alfonso, una compañía muy conocida no solo en este
país, sino en otras partes del mundo.
Delimitada por las paredes del otrora convento y las calles Luz y
Acosta, dicho escenario vivió el paso de los siglos.
Las obras de la iglesia concluyeron de 1718 a 1720. Luego, en la etapa
de 1740 a 1755, se construyó la fuente de la plazuela, mientras que en 1772,
con el Arco de Belén, se conecta el convento con casas vecinas, adquiridas para
su ampliación.
Con posterioridad, se inauguró allí un observatorio astronómico,
geomagnético y meteorológico.
Por tanto, es relevante recordar los Apuntes históricos del primer
Historiador de la Ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring, quien señaló:
“Algunas de estas plazuelas, las más espaciosas –por cierto–, como la de
Belén y la de Santa Clara, fueron formadas retirando la alineación de las
aceras opuestas a los edificios de los templos, obteniendo así un buen espacio
para el tránsito de los carruajes”.
Más adelante, el Historiador advertía que, “alrededor de algunas de
estas plazuelas, tales como las del Santo Cristo, las Ursulinas y Belén, se
construyeron casonas coloniales de portales bien proporcionados de altos
puntales, los que completando la recia arquitectura de dichos edificios han
prestado gracia y nobleza a estos típicos lugares…”
De manera más reciente, el libro Desafío de una utopía, una estrategia
integral para la gestión de salvaguarda de La Habana Vieja, incluía entre las
particularidades de la ciudad antigua “un conjunto de pequeñísimas plazuelas,
relacionadas con los monasterios y vetustos templos, el Espíritu Santo, Santa
Clara, San Agustín, San Isidro, Belén, Santa Teresa de Jesús, el Ángel…
El edificio del otrora convento, con el único arco que existe en La
Habana, tiene mucho que decir, las edificaciones que lo rodean cuentan la otra
parte de la historia: en una esquina, un inmueble de viviendas como parte de un
proyecto de cooperación internacional.
Un proyecto de la arquitecta Alejandra Ledesma Hernández, de la Empresa
Restaura, de la Oficina del Historiador, otorga nueva cara a la plaza, con
vegetación, y bancos, y a más largo plazo, rehabilitación de los espacios
habitacionales, de manera que la transformación sintetice lo antiguo y lo
contemporáneo, destacaron documentos oficiales.
LA MARAVILLA DE LO ANTIGUO
En Compostela 662, se levanta el complejo arquitectónico religioso más
grande de La Habana y la primera construcción con características barrocas de
la ciudad.
Una iglesia, un convento y un hermoso arco abovedado, realmente tres
arcos, conforman el conjunto del
Convento de Nuestra Señora de Belén, construido a inicios del siglo XVIII. En
un principio, su misión fue la de servir como institución de recuperación para
los enfermos.
La idea del Obispo de Cuba en el momento,
Diego Evelino de Compostela, se hizo realidad en el año 1720 en el que se
terminaron las obras del colegio y la enfermería.
Años más tarde, los padres Betlemitas
recibieron el permiso para levantar el arco que sobresale hoy en la calle
Acosta y que se transformó en una de las características emblemáticas del
convento. Sin embargo, no fue hasta 1769
que la obra estaría terminada, con su planta alta.
Para mediados del siglo XIX, el convento
pasó a manos de la orden de los padres Jesuitas quienes lo utilizaron como
colegio hasta inicios del siglo XX.
Entre los años 1925 y 1962, el estado figuró como propietario del inmueble e instauró diversas oficinas civiles dentro del convento.sesión del centro y el Archivo Nacional de Seguridad Social se instalaría en sus salas más antiguas. Sin embargo, gran parte del edificio quedaría abandonado y a merced de las inclemencias del paso del tiempo.
El trabajo de restauración abarcó todo el
conjunto religioso y permitió que, en la actualidad, el convento se convirtiera
en la sede de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la Oficina del Historiador
y en un centro de áreas de atención especializada para el adulto mayor, tal
como lo reflejan diversas publicaciones, entre ellas la española Bienvenidos.
Por su parte, el periodista e historiador
cubano, Ciro Bianchi Ross, señala en sus comentarios que el edificio, cada vez
más deteriorado, que ocupó el hotel La Unión, es, desde hace décadas, una casa
de vecindad.
Se ubica en la esquina de Cuba y Amargura y
fue, en su momento, lo que se llamaba Un hotel decente. Lo utilizaban por lo
general recién casados venidos de provincia, viajantes de comercio, hombres de
negocios del interior que hacían sus gestiones en La Habana, viudas de hacendados
ricos y españoles en tránsito hacia México.
Una buena edificación de cinco plantas, en
chaflán, con 150 habitaciones y 150 baños. La Institución Hispanocubana de
Cultura, fundada y presidida por Fernando Ortiz y que propiciaba el
acercamiento entre intelectuales de Hispanoamérica, alojaba allí a todos sus
invitados.
De ahí que el poeta español Federico García
Lorca, invitado por don Fernando, pasara en La Unión gran parte de su estancia
habanera, entre el 7 de marzo y el 12 de junio de 1930, comenta el estudioso.
Por tanto, se trata de un Arco, Plazuela y
entorno arquitectónico de relieve y belleza que tiene mucho que aportar en
materia gráfica al turista y a los caminantes por dicho lugar.
LOS
ARCOS
En Compostela esquina a Acosta, el Arco, que
puede considerarse una curiosidad en La Habana Vieja y en general en toda la
ciudad, es parte del viejo convento de Belén.
El narrador Miguel Collazo lo situó en la
literatura con una obra que lleva precisamente ese título y distingue el barrio
judío habanero.
Cerca del Arco abre sus puertas una
importante sinagoga y hasta hace poco tiempo la carnicería judía. También el
restaurante Moische Pípik, en Acosta 211,
cerrado desde hace mucho tiempo y que se reputaba como la mejor cocina
judía de La Habana, y el café de Boris Kalmanovich, en Compostela.
En 1925 los jesuitas se trasladaron para una
nueva instalación en Marianao y, con los años, el líder de la Revolución
Cubana, Fidel Castro (1926-2016) cursaría estudios en su escuela, el muy famoso
Colegio de Belén.
Por su parte, El Arco de Belén, es una
construcción peculiar y llena de historia. Aunque menos famoso que otros
lugares de la ciudad, este arco forma parte del antiguo conjunto religioso
compuesto por el convento y la iglesia de Nuestra Señora de Belén.
El Arco fue construido alrededor de 1775
para comunicar el convento y sus instalaciones contiguas. Se atribuye al
maestro de obras Pedro de Medina y se encuentra en la otrora ciudad intramuros.
Está ubicado en el entorno de la Plazuela de Belén, cerca de la Terminal de
Trenes. La calle Acosta lo atraviesa, y esta vía lleva el nombre de Don Félix
Acosta y Riaza, quien defendió la ciudad durante el sitio de las tropas
inglesas.
El Arco de Belén es un notable exponente
urbanístico del período colonial cubano. Su techo abovedado ofrece sombra a los
transeúntes y lo convierte en un lugar especial para muchos habaneros. Además,
es una de las construcciones más fotografiadas de la ciudad.
CURIOSIDADES,
ENTORNO.
Plazuela de Belén: Esta pequeña plaza rodea
el arco y es un lugar agradable para descansar y disfrutar del ambiente
histórico.
Terminal de Trenes: La Estación Central de
Ferrocarriles está cerca del arco. Aunque no es un lugar turístico en sí mismo,
es un punto de referencia importante y un recordatorio del pasado ferroviario
de la ciudad.
Parque Julio Antonio Mella: A poca
distancia, encontrarás este parque, que lleva el nombre del líder estudiantil y
revolucionario cubano. Es un espacio verde donde puedes relajarte y disfrutar
de la naturaleza.
Calle Acosta: La calle que atraviesa el
arco, llamada Calle Acosta, también tiene su propia historia.
El Convento de Belén, tiene una rica
historia que se remonta al siglo XVII. Originalmente perteneció a los
Carmelitas Descalzos hasta el siglo XIX, momento en el que pasó a ser ocupado
por las religiosas Clarisas.
El convento se estaba construyendo ya en
1628 y presenta una sobria fachada que combina piedra labrada y ladrillo.
Su planta es de cruz latina, con capillas
laterales comunicadas entre sí y una elevada cúpula en el crucero. Destaca la
riquísima decoración de yeserías barrocas fondeadas de azul, una de las más
antiguas del conjunto antequerano.
La capilla mayor también es notable, con
cuatro imágenes de interés y un enorme lienzo de mediados del siglo XVII
titulado “La Adoración de los Pastores” (atribuido en algunas publicaciones a
Murillo, aunque en realidad es del hermano Fray Domingo, un religioso descalzo
del que poco se sabe).
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