Gran
Hotel Bristol La Habana refuerza turismo de Cuba
La Habana, 21 mar.2022 Con la recuperación del turismo en Cuba, aparecen atractivas informaciones como el anuncio oficial de la reapertura hoy del Hotel Bristol, belleza en arquitectura y servicio de primera clase.
El Gran Hotel Bristol constituye toda una
novedad para La Habana, una capital de fuertes quilates en los programas de
turismo de viajeros de todo el mundo.
Ubicado en la calle Teniente Rey, en la
porción antigua de la urbe central del archipiélago, se trata de una
instalación muy moderna con una larga trayectoria e historia.
Piscina, animación nocturna, servicio de
taxi, salón de reuniones, y otras novedades,
tienen como atractivo principal el lugar donde se encuentra este
establecimiento de 162 habitaciones, operado por la hotelera suiza Kempinski y
a poca distancia de lugares como el Capitolio de La Habana.
Abierto por Kempinski Hotels, el Gran Hotel
Bristol es la segunda instalación de esta firma, la primera el Gran Hotel
Manzana, a pocas cuadras.
El nuevo establecimiento está inspirado en
el estilo Art Decó de la década de los años 1930 y cuenta con cuartos equipados
además con TV de pantalla plana, un panel de control individual y conexión wifi,
además de piscina en la terraza de la azotea.
La referencia de este hotel es histórica,
pues existía en las calles habaneras de San Rafael y Amistad, con planta
cuadrada, monolítico y sobrio, una referencia aun cuando los tradicionales
establecimientos como el Regina, Alamac o el Perla de Cuba desaparecieron entre
ruinas.
El Bristol fue construido en 1924, durante el
primer boom hotelero cubano, cuando la Ley seca imperante en los Estados Unidos
arrojaba tsunamis de turistas norteños sobre las costas de Cuba.
Su fundador fue el hacendado asturiano
Estelvino Alfonso Trapiello que residía en México, dicen las notas de la época.
Se clasificaba entonces como un hotel de
primera, aunque no de lujo, y contaba con todos los servicios que hacían
distinguido a un hotel de su momento: ascensor, teléfono, y baño con agua
caliente en sus 100 habitaciones.
Disfrutaba, además, de una posición
privilegiada en el corazón de La Habana, en el núcleo duro del comercio y muy
cerca de todos los centros de diversión que frecuentaban las clases altas del
país, tal como lo reflejan las notas históricas sobre este alojamiento.
Su roof garden, desde el que se podía
observar la ciudad, era muy apreciado y
su restaurant, orientado al turismo del norte, se especializaba en comida norteamericana.
Como todos los hoteles cubanos construidos
durante la década del 20 sufrió la gran crisis económica del 29 y la violencia
política de los años 30 que hundió al turismo cubano de ese entonces, ahora
vuelve a renacer con nuevos bríos.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana de
1959 el hotel fue expropiado. A diferencia de otras instalaciones semejantes
que se convirtieron rápidamente en edificios multifamiliares, el Bristol
continuó brindando servicios de hostelería por muchos años, aunque con niveles
deprimidos.
Todavía en 1989 aparecía el hotel en las
guías publicadas por el anterior Instituto Nacional del Turismo (Intur).
Tenía categoría de dos estrellas y había
aumentado el número de habitaciones disponibles hasta 124, brindaba los
servicios de bar, restaurante y teléfono en cada habitación, pero ya no
disponía de agua caliente. La gran crisis económica que sufrió el país en la
década del 90 del siglo pasado decretó su muerte.
Necesitado de una gran inversión para
convertirlo en un hotel apto para recibir turismo internacional se decidió
cerrarlo en espera de un financiamiento.
Poco a poco comenzó a ser ocupado por
familias necesitadas y utilizado como hogar de tránsito. Finalmente se
convirtió en un edificio multifamiliar tras
70 años de existencia.
Su renacer entonces llegó de la mano de
Kempinski Hotels y sobre todo de la espiral ascendente del turismo cubano de
estos años, que pese al freno provocado por la pandemia de la Covid-19, ahora
tiene nuevas luces en este 2022.
Con una historia de más de 100 años, la
instalación renace a partir de la restauración completa de un antiguo espacio cercano
al edificio original.
Si bien se mantuvo la fachada original del
edificio donde se recupera el Bristol, el interior se presenta en un diseño
contemporáneo combinado con influencias locales, inspirado en el estilo Art
Decó de los años 1930.
Sus 162 elegantes habitaciones se suman a
una suite presidencial con 135 metros cuadrados, bares, dos salas de juntas y
un gimnasio para el viajero moderno en una ubicación privilegiada.
El CEO de Kempinski Hotels y presidente del
consejo de administración, Martin R.
Smura, oportunamente calificó al Bristol de hito de La Habana con una historia
impresionante, y comentó que transformarlo en un hotel de lujo fortalece la
presencia de la firma en la región.
/rfc
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